Lo menos comentado pero lo más importante del escándalo Bárcenas y los "sueldos redondeados" de los dirigentes del PP vía gastos de representación, sobresueldos, compensaciones... es que los que los cobraban lo entendían, y lo entienden, como lo más normal del mundo. Igual que Urdangarín. Ninguna inmoralidad. Algo que forma parte de la naturaleza en la élite de la aristocracia económica -y por tanto, política- española que se fraguó en el franquismo y se ha mantenido sin solución de continuidad durante la transición y la democracia. Más o menos oculta en la judicatura, en la gran empresa, en los bancos, en las juventudes del PP, en la FAES... Conociendo cuál es su sitio, el lugar al que han sido llamados. Cambiando lampedusianamente los modelos de presencia pública, los métodos, el discurso, la apariencia... pero manteniendo el convencimiento de su diferencia con los comunes. Por eso es normal que sus retribuciones también sean diferentes. Ellos son diferentes. Son los naturales ocupantes del poder, no unos advenedizos como los "demás".
Los sms de Rajoy y Bárcenas, las conversaciones telefónicas de Camps y "el bigotes", no son las típicas comunicaciones de una red delictiva. Delatan más bien una moral privada, distinta, compartida, asumida -repito- como lo más normal del mundo. La ética propia de los herederos históricos de la clase dirigente de este país. Antes terratenientes, señoritos, "hijos de", gente que "no sabe usted con quién está hablando"... Ahora adaptados cansínamente a las farragosas nuevas reglas del juego, que en todo caso no deben impedir que el partido de derechas, por naturaleza hegemónico para evitar "perversiones" en el gobierno de España, disponga de los recursos necesarios para ocupar el poder que le corresponde. Los medios para ese fin deben amoldarse a las circunstancias. El cómo es irrelevante.
Es cierto que la derecha política no tiene el monopolio del "concepto", que diría Manquiña. En las élites extractivas de las que habla César Molinas, están también el PSOE y los partidos nacionalistas periféricos. La "beautiful people" de finales de los ochenta en el socialismo español fue el comienzo de la adaptación al modelo de los "elegidos para el dinero y la gloria", que convirtió a nuestra clase política en lo que hoy es. Pero, ahora, con una mirada de más recorrido, sabemos que el poder de verdad lo conservaron los de siempre y que los demás, la izquierda en concreto, no fueron más que copias incompletas y confusas. Afectadas por la mala conciencia de un diferente sello de origen. Personajes sueltos que sólo aisladamente lograron acoplarse a la histórica línea continua de la élite dirigente española. A la que los casos Gürtel, Camps, Bárcenas, Rajoy, Matas, Urdangarin, Palau... han retratado con precisión. Con los ERE de Andalucía como serie B cutre-salchichera.
En Galicia hemos tenido una particularidad, que cada vez colea con menos fuerza, en este esquema general de la derecha española. Y que, en su momento, se definió como el conflicto de "las boinas y los birretes".
El máximo heredero del birrete, acogido desde hace tiempo como cachorro preclaro, es Núñez Feijóo. Él siempre supo dónde estaba el verdadero poder y el futuro. Por eso está ya de pleno derecho y en posición destacada, en la línea continua de la élite dominante española a la que antes me refería. Él, siguiendo el modus operandi general del PP, también se benefició, escondiendo -como es su estilo- la mano y tapándose la cara, de los donativos opacos de las grandes empresas de la construcción (FCC, OHL, ACS...) que aparecen en la carpeta número 3 (amarilla por cierto) de Bárcenas. Y esa pasta, además de algunas maniobras barriobajeras poco propias de la aristocracia a la que ya pertenece, le ayudo mucho para ganar las elecciones. Con o sin conexión con el narcotráfico. Así que, como Rajoy, debe dimitir y convocar nuevos comicios.
Curiosa su reacción ante la, también cutre, simulación de despido para cobrar el paro -y no perder ni un can- de uno de los últimos residuos del sector "boina", el exalcalde pepero de Celanova: afearle la conducta y afirmar que no debió pedirlo. Unos advenedizos los de la boina. ¡La guerra que le han dado! Un accidente impropio que resultó útil electoralmente mientras duró, y que ahora se acaba con el Baltar hijo en lista de espera para entrar en la élite birretera.
Pero no sólo en política podemos ver la hasta ahora camuflada línea de los sueldos redondeados. En la España de los 6 millones de parados, la retribución media de los 125 ejecutivos de la banca española que cobran más de 1 millón de euros al año, es de 2.4 millones. La más alta de Europa. Habrá quién dirá que si lo cobran es porque lo merecen. A mí me parece medieval y obsceno. Otro reflejo más de "la bendecida banalidad del mal" en la desigualdad histórica de este país, que creíamos en vías de reducirse y, que por el contrario crece cada día y nos acerca cada vez más al tercer mundo que fuimos. Siguiendo la ancestral tradición de nuestro triste país.
¡Mira que nos advirtió bien el Caudillo sobre los partidos políticos y el separatismo! Con el separatismo acertó plenamente; hoy España está en proceso de desguace ante la traidora pasividad del indolente y cobarde Rajoy y de la inacción y lamentable comportamiento de S. M. el Rey, cuya degradación moral corre pareja a la física. Con los partidos se equivocó un poco, ya que son mucho peores de lo que él decía.
ResponderEliminarNuestro actual sistema cerdocrático, es propicio a todo tipo de corrupciones. La maléfica dictadura de los partidos, presentes en toda la vida social, económica, cultural y administrativa de España y sus diecisiete taifas; una inmensa casta política parasitaria y embrutecida que, a diferencia del rey Midas, convierte en estiércol todo lo que toca, y un Ejército mudo y con el honor congelado, a pesar de que la Constitución le manda, claramente, garantizar la unidad de la patria, mantienen hoy a España en una situación de insoportable postración.
Éste es el cuadro en el que hay que contemplar las corrupciones de los partidos; su comportamiento mafioso, sus mentiras, su tiranía y adoctrinamiento sobre una población infantilizada a la que le saquean el bolsillo de manera inmisericorde para financiar sus delirios. Todo vale para conseguir el fin principal y único, de estas células cancerosas de la sociedad, que no es otro que el: “quítate tu, para ponerme yo”.
Rokudan
Rokudán tienes razón. Tanto antifranquista y tan pocos antipartitocracista. Tenemos lo que nos merecemos por tratar con la delincuencia política más descarada, infame y putrefacta que se ha visto en los anales de la historia. Que les den a todos.
EliminarDe acuerdo con el fiasco de los partidos, es palmario. De unos más que otros, pero palmario. No precisamente por lo que decía Franco que no es que no quisiera partidos, si quería. pero sólo uno: el suyo. O sea el monopolio de la corrupción de la clase dirigente, la nueva y antigua aristocracia que generó teñida de ciertas dosis de populismo y paternalismo costumbrista. Estas últimas las han depurado los partidos en forma de electoralismo y sucursalismo. Y así nos ha ido como país. A diferencia de sociedades más maduras que antes de entrar en esa dinámica se han musculado como ciudadanía culta y crítica. Porque no creais que la gente da a pie en España es mucho mejor que los políticos. Tenemos una sociedad decrepita, de muy bajo nivel sociocultural.
ResponderEliminarSobre el rollo del separatismo no entro ya sabeis que me la trae al pairo. La patria para el que la trabaja y yo tengo otras ocupaciones.
Leyendo los comentarios de Rakudan y Anónimo, yo, que no soy creyente, dije: que el cielo nos coja confesados. Son, realmente, para decir todo tipo de jaculatorias.
ResponderEliminarHaciendo memoria (a la que muchos, aún hoy, le temen. ¡Cuántos olvidos interesados!) es importante recordar que, al concluír la II Guerra Mundial, se hizo necesaria la Declaración de los Derechos Humanos, como un dique de contención. Derechos de los que, sin embargo, España quedaba excluida porque el fascismo se expulsó de Europa, pero se mantuvo cuatro décadas vivo en nuestro país.
Herederos, en gran parte, de aquella "longa noite de pedra" son los y las que hoy nos desgobiernan. Por eso, me dan miedo, mucho miedo, me "arrepían" comentarios como esos dos, a través de los cuales parece sentirse nostalgia de aquel terrible período.
Y no todos los políticos son iguales (expresión muy del gusto de la gente de derechas); no se puede meter a todos en el mismo saco. Hay quienes están realizando una limpia labor política.
" Hay que devolver el prestigio al viejo vocablo, que ha sido manchado con todas las sombras de oscuras aspiraciones, y fijar para siempre que hacer política no es estar en este u otro partido laborando por el bien personal, sino esforzarse con lo mejor de uno mismo para el bien común. Y, en este sentido, todos -hombres y mujeres- estamos obligados a hacer política." (María Zambrano, 1928). Xa choveu, e seguimos sen nos enteirar.