lunes, 2 de agosto de 2010

El misterio de las colmenas

Algo raro pasa en el mundo. Es como si el destino quisiera borrar primero las huellas vivas de la infancia, antes de acabar con el planeta definitivamente. Hace unos meses supimos del riesgo de extinción de los gorriones, después del de los lagartos y, ahora, nos llegan alarmantes noticias sobre la misteriosa desaparición de millones de abejas en diferentes regiones del mundo.
Resulta que de un tiempo a esta parte, por motivos no bien aclarados, miles de abejas abandonan de golpe sus enjambres, como obedeciendo un extraño mandato de quien sabe quien. Sin dejar rastro. Sin cadáveres visibles. La admirable laboriosidad, la perfecta jerarquización de su organización colectiva, la eficaz distribución de quehaceres que las ha hecho ser símbolo de orden y armonía universal para muchas culturas milenarias, se esfuman como por ensalmo. Al parecer, antes de marcharse para siempre, las “obreras” pierden el sentido de la orientación, olvidan los imprescindibles rituales de comunicación para su especie (la famosa “danza”), se muestran incapaces de succionar el néctar de las flores, dejan de seguir a la “reina”, no encuentran la colmena y vagan hasta morir. ¿Quién sabe donde?
Cuando supe de estos hechos pensé en el Triángulo de las Bermudas y las inexplicables desapariciones de barcos y aviones que en esa área han sucedido. Recordé las fantasmales Ciudades Muertas en las colinas de Alepo (Siria), desalojadas por los bizantinos de la noche a la mañana por algún motivo aún desconocido. Rememoré también, las ruinas de la bellísima Fatehpur Sikri, capital imperial de los mongoles en la India durante sólo 15 años, abandonada misteriosamente apenas finalizada su monumental construcción. Y no pude evitar comparar el asunto de las abejas con la mítica historia del bergantín Mary Celeste, hallado en medio del Atlántico navegando orgulloso y solitario, sin tripulación alguna. Sucesos unidos por el encanto de lo indescifrable, por la fascinación que provoca aquello cuya explicación se nos escapa.
Pero volviendo a las abejas, este síndrome de “desabejamiento” o “colapso de las colonias” amenaza con la desaparición de esta compañera secular de los hombres y las flores, que además de proporcionarnos miel, cera y polen, es un agente fundamental, junto a otros antófilos, para el milagro de la polinización que hace posible la cosecha de frutas y otros alimentos básicos para el hombre. Un desastre ecológico y económico, en suma. Los expertos creen que los pesticidas, favoreciendo la parasitación por ácaros y virus, son los primeros responsables del daño neurológico que las abejas sufren. También la enorme expansión, en algunas regiones, de cultivos frutícolas intensivos. Y por supuesto, el cambio climático como telón de fondo.
Sea por una causa o por otra, en Coruña y Pontevedra por ejemplo, se han perdido 10.000 colmenas en diez años. Similares pérdidas se describen en EEUU, Argentina, Perú y varios países de Europa. En Montroy, un municipio valenciano que vive de la apicultura, ya han comenzado a recoger firmas para que la abeja sea declarada Patrimonio de la Humanidad. Y defendida en consecuencia.
Las orgullosas abejas milenarias, lágrimas del Dios Sol, símbolos de la realeza para los antiguos egipcios…¿ahora en peligro? ¿Qué niño de aquellos que jugábamos en el campo, temerosos siempre de su dolorosa picadura, lo hubiera creído posible? Maxence Fermine dice de las abejas en su delicioso libro “El apicultor”, que son “el oro de la vida”. Puede ser. En todo caso, la perfecta simetría hexagonal de las celdillas que lentamente construyen a mí siempre me ha parecido una obra de arte, un prodigio de la naturaleza en armonía. Por eso me dan mucho miedo estas noticias sobre desapariciones de abejas. Si son ciertas, algo muy mal debemos estar haciendo.

4 comentarios:

  1. Carlos Zaldívar de Logroño3 de agosto de 2010, 12:33

    "Si son ciertas, algo muy mal debemos estar haciendo.". Así terminas, amigo Chechu, tu pensamiento sobre el declive de las abejas. Qué gran diferencia entre este final en el que aún lo dudas con la que está cayendo para la fauna y la flora mundial (que es lo mismo que decir sobre la especie humana), y aquel otro final de hace unos meses en el que te mostrabas ferviente partidario pronuclear. Tu razonamiento es el típico del amplísimo arco de pensamiento político que va desde la izquierda muy muy moderada (PSOE por ejemplo) y la derecha desarrollista que anteponen la economía cortoplacista a todo lo demás. Da igual que te apiades de vez en cuando por el devenir de los gorriones o el de las abejas si piensas y defiendes que el futuro pasa por invertir ingentes sumas de dinero público y privado en energía nuclear. Tus dudas medioambientales no son creíbles. Me parecen algo tan cristiano como querer acabar con el hambre y las desigualdades de este mundo a base de caridad. Cuando mueran todas las abejas (es una metáfora)también pensarás que "yo no fui" y que Dios lo quiso así. Es sólo por agitar un poco a la parroquia. Besos.

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  2. Por alusiones, amigo. Felicitándote de entrada por tu aire fresco provocador. Después, para provocar también, todo lo que dices es mentira. Yo no escribí un artículo como "ferviente" pronuclear. Lo de "ferviente" me lo guardo para otras cuestiones más gozosas que tu y yo sabemos. Sólo planteé que me parecía sectario seguir negándole el pan y la sal a la energía nuclear mientras seguiamos agrandando el efecto invernadero con energias contaminantes en este aspecto. Y que por lo tanto era juicioso dejarse de prejuicios ideológicos y ser realista apostando por un mal menor que es mucho menos mal desde los avances tecnologicos en seguridad nuclear.
    Yo no soy ecologista como tu. No pretendo alardear de ello. Solo soy un curioso que se sorprende con las historias sobre animales. No pretendo escribir artículos conservacionistas. Eso os lo dejo a los que sabeis. No pretendo salvar a las abejas ni a los gorriones... Solo escribir historias para quien quiera leerlas y jugar un rato con las palabras, los pensamientos y las ideas. De todos modos no pienso matar abejas tampoco y además si mi huella energética (no tengo coche, mi movil es antediluviano...) fuera la standard, algo mejor iría la ecología en el mundo.
    Para defenderse yo y mis amigos. Como tu

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  3. Las abejas se merecen algo mejor, ya se que pican, pero si desapareciesen sería una faena. Se acabaría la miel, la cera y lo peor, habría un especie menos. Es un ser vivo, y forma parte de la naturaleza.

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  4. Claro que sí, Paula. Pero, ¿tu crees que las abejas resistirían una buena batalla de almohadas?

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