“Cisne negro” de Darren Aranosfky. Una película enormemente física. Donde se filma el dolor, la extenuación, la búsqueda de la perfección a través del cuerpo. Maravillosa Natalie Portman, consiguiendo en pocos meses, con enorme esfuerzo y disciplina, su personal transformación en bailarina profesional. Magnífico Aranofsky, manteniendo en un “in crescendo” continuo la máxima expresividad en cada imagen y en cada sonido (extraordinario efecto el batir de alas del cisne). Sobre todo en los impactantes primeros planos. Es fácil encontrar similitudes con otras películas en este thriller psicológico sobre la perfección, la metamorfosis, la dualidad, el bien y el mal, Eros y Tanatos, la autodestrucción, la locura, el ángel, el demonio… Recuerda en su carácter perturbador al joven Polanski de “Repulsión” o “El quimérico inquilino”. También a “La pianista” de Haneke, por su tono enfermizo y obsesivo. En la terrorífica transformación del personaje principal puede parecerse a “La mosca” de Cronenberg. En la disputa entre bailarinas que se disputan el éxito, a “Showgirls”… Semejanzas de temas universales tratados en el cine y que buscan en la corporalidad el escenario para desarrollarse.
Es "Cisne negro" una película de riesgo, dura, que explora el dolor, la locura, la anorexia y el sexo con un punto de obscenidad. En los límites del valor y el exceso. Por tanto, que alguien puede interpretar como un delirio de “enfant terrible” o el simple afán de “epatar” de un director especial. Y sobre esa apuesta, a mi juicio, alcanza la brillantez de una obra distinta, personal e impactante. Dice Natalie Portman que “la danza consiste precisamente en esconder el dolor”. La impresionante entrega de su interpretación nada esconde y además proporciona credibilidad a un film que sin ella quizás la hubiera perdido al tercer fotograma. Un 8.
Es "Cisne negro" una película de riesgo, dura, que explora el dolor, la locura, la anorexia y el sexo con un punto de obscenidad. En los límites del valor y el exceso. Por tanto, que alguien puede interpretar como un delirio de “enfant terrible” o el simple afán de “epatar” de un director especial. Y sobre esa apuesta, a mi juicio, alcanza la brillantez de una obra distinta, personal e impactante. Dice Natalie Portman que “la danza consiste precisamente en esconder el dolor”. La impresionante entrega de su interpretación nada esconde y además proporciona credibilidad a un film que sin ella quizás la hubiera perdido al tercer fotograma. Un 8.
“Más allá de la vida” de Clint Eastwood. Otro trabajo menor del director estadounidense, muy lejano a "Mistic river" o "Los puentes de Madison". Menos grandilocuente, más reposado, mejor en suma que la fallida "Invictus", pero bastante prescindible en mi opinión. Consecuencia directa de la busqueda por encontrar algo nuevo que contar, de un director que ya lo ha dicho casi todo. Y del interés en encontrar espacios para que Matt Damond, su actor fetiche, se exprese. Nada de lo que ha hecho con él ha resultado brillante. La película se abre con una escena muy bien conseguida, y de desgraciada actualidad en estos días, sobre el tsunami del Índico en el 2004. Y continua con una deslavazada mezcla de aproximaciones a la vida después de la muerte y a las personas que han quedado marcadas después de una experiencia en esos límites. Que, en todo caso, no acaba de cuajar ni adquirir consistencia. En el personaje central, el de Matt Damond, aparecen destellos de esos antihéroes que tanto gustan en el cine americano. De esos tipos que no quieren ser protagonistas, pero acaban siéndolo a su pesar. Poco más que señales de un maestro que se ha equivocado de nuevo de “librillo”. Un 6.
“Valor de ley” de Joel y Ethan Coen. Tenía ganas de ver a los Coen en un western. Nunca lo habían hecho, pero algunas de sus películas olían a ese género que sin duda es la mejor de sus fuentes como cineastas ya clásicos. “No es país para viejos” o “El hombre que nunca estuvo allí” tenían ya la textura del western. Pues en "Valor de ley” lo han bordado. Han adaptado tan magníficamente al cine la novela homónima de Charles Portis, que no tiene sentido compararla con la película de los sesenta, también basada en ese texto, de Henry Hathaway.
Una historia con una atmosfera creíble, llena de humor ácido más inteligente aún que el de Tarantino. Diálogos redondos y rotundos, alejados de retóricas inútiles. Sentimientos sencillos, y al mismo tiempo profundos, entre personajes que representan dos diferentes visiones del mundo que convergen en lo esencial: la vida, la muerte, la lealtad… Acción que no se pierde en derivadas de relleno, que va directa al grano pero, al mismo tiempo, permite una aproximación honesta a los personajes, a sus miedos, a sus fantasmas, a sus luces y a sus sombras. Apoyada en la mirada limpia y enérgica de una muchacha que representa la justicia en estado puro –a mi me recuerda por su natural precocidad a Alicia en el País de las Maravillas-. Magnífica la interpretación de Haile Steinfeld, su caracterización y su vestuario.
También sobresaliente Jeff Bridges, un veterano “cazarecompensas” de vuelta de todo. Al que la convicción de la muchacha consigue hacer rejuvenecer. Un poderoso encuentro que, por sí solo, llena la película. Y que mantiene la sonrisa complice del espectador durante los 110 minutos que dura. Para mí, lo mejor del año. Un 9.
“Poesía” de Changdong Lee. El exministro de cultura de Corea del Sur consigue una notable película con un excelente guión, merecedor del primer premio en el Festival de Cannes 2010. "¿Qué significa hacer cine cuando el cine se muere? ¿En qué se parecen el cine y la poesía?", se pregunta el director cuando explica su propuesta cinematográfica. La respuesta llega pronto en una de las frases del poeta que enseña a escribir poesía a la protagonista: “ver las cosas de verdad, ver bien las cosas”. Y eso es lo que intenta a lo largo del film. Una abuela deliciosa, llena de elegancia y delicadeza, se enfrenta a una historia terrible. El nieto que vive a su lado, del que se siente responsable, está aquejado del autismo endémico que asola a una parte importante de la adolescencia en los países ricos. Ella busca reencontrarse consigo misma, escribiendo su primer poema. Y mientras aprende, empieza a olvidar las palabras. Demencia, crimen y poesía sin ninguna estridencia. Un metraje de 139 minutos al que no le falta ni le sobra nada. Sutilmente calculado para que la tragedia aparezca siempre en segundo plano. Para que la belleza serena de Mija –la abuela protagonista- marque los tiempos y los matices. Con hermosas elipsis. Magnífico el poema que cierra la película. Sólo un “pero”: demasiada paz al lado del dolor y la violencia. Un justo 8.5.
“Valor de ley” de Joel y Ethan Coen. Tenía ganas de ver a los Coen en un western. Nunca lo habían hecho, pero algunas de sus películas olían a ese género que sin duda es la mejor de sus fuentes como cineastas ya clásicos. “No es país para viejos” o “El hombre que nunca estuvo allí” tenían ya la textura del western. Pues en "Valor de ley” lo han bordado. Han adaptado tan magníficamente al cine la novela homónima de Charles Portis, que no tiene sentido compararla con la película de los sesenta, también basada en ese texto, de Henry Hathaway.
Una historia con una atmosfera creíble, llena de humor ácido más inteligente aún que el de Tarantino. Diálogos redondos y rotundos, alejados de retóricas inútiles. Sentimientos sencillos, y al mismo tiempo profundos, entre personajes que representan dos diferentes visiones del mundo que convergen en lo esencial: la vida, la muerte, la lealtad… Acción que no se pierde en derivadas de relleno, que va directa al grano pero, al mismo tiempo, permite una aproximación honesta a los personajes, a sus miedos, a sus fantasmas, a sus luces y a sus sombras. Apoyada en la mirada limpia y enérgica de una muchacha que representa la justicia en estado puro –a mi me recuerda por su natural precocidad a Alicia en el País de las Maravillas-. Magnífica la interpretación de Haile Steinfeld, su caracterización y su vestuario.
También sobresaliente Jeff Bridges, un veterano “cazarecompensas” de vuelta de todo. Al que la convicción de la muchacha consigue hacer rejuvenecer. Un poderoso encuentro que, por sí solo, llena la película. Y que mantiene la sonrisa complice del espectador durante los 110 minutos que dura. Para mí, lo mejor del año. Un 9.
“Poesía” de Changdong Lee. El exministro de cultura de Corea del Sur consigue una notable película con un excelente guión, merecedor del primer premio en el Festival de Cannes 2010. "¿Qué significa hacer cine cuando el cine se muere? ¿En qué se parecen el cine y la poesía?", se pregunta el director cuando explica su propuesta cinematográfica. La respuesta llega pronto en una de las frases del poeta que enseña a escribir poesía a la protagonista: “ver las cosas de verdad, ver bien las cosas”. Y eso es lo que intenta a lo largo del film. Una abuela deliciosa, llena de elegancia y delicadeza, se enfrenta a una historia terrible. El nieto que vive a su lado, del que se siente responsable, está aquejado del autismo endémico que asola a una parte importante de la adolescencia en los países ricos. Ella busca reencontrarse consigo misma, escribiendo su primer poema. Y mientras aprende, empieza a olvidar las palabras. Demencia, crimen y poesía sin ninguna estridencia. Un metraje de 139 minutos al que no le falta ni le sobra nada. Sutilmente calculado para que la tragedia aparezca siempre en segundo plano. Para que la belleza serena de Mija –la abuela protagonista- marque los tiempos y los matices. Con hermosas elipsis. Magnífico el poema que cierra la película. Sólo un “pero”: demasiada paz al lado del dolor y la violencia. Un justo 8.5.
Hacía tiempo que no coincidía con tus apreciaciones sobre películas. Estoy de acuerdo en todo lo que has escrito sobre "Valor de ley" y "Más allá de la vida". La primera se me antoja que es ya "un clásico" del moderno y escaso western americano, de la talla de "Missouri" (Arthur Penn, Marlon Brando y Jack Nicholson) o "Sin perdón" protagonizada y dirigida por Clint Eastwood. Lástima que en "Más allá de la vida" Clin solo nos entretenga un rato contándonos una milonga sobre un tema tan trascendental.
ResponderEliminarViva el western manque pierda, Carlos
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