Algunos pensarán que es lo normal, que todos lo hacen, que forma parte del espectáculo de la política. Otros creemos que es una burla, un insulto a la inteligencia de los ciudadanos. Escuchar de Pio García Escudero, en el último debate de Zapatero en el Senado, palabras de reconocimiento y alabanzas por su iniciativa de comparecencias mensuales en la cámara baja, después de los continuos y personales ataques que le ha dedicado a lo largo de las dos legislaturas, es de un cinismo y una impostura reseñables.
¿Qué ha cambiado? La sensación instalada en el partido de la oposición de que el campeonato ya está ganado y, en todo caso, que ZP ya no compite. ¿Eran teatro las desaforadas críticas anteriores al presidente o nada más que la estrategia dictada en los maitines de los lunes, seguida a rajatabla por todos los portavoces del PP, sabedores de que contra más leña dieran, más posibilidades tenían de colocarse en el futuro?
Con los ciudadanos oficiando de masa acrítica que todo se lo traga. A los que no es necesario dar cuenta de alternativas o compromisos. A los que no importa contar un día una cosa y al siguiente la contraria. Con tal de acertar en la dosis y en el momento. La incoherencia, la desvergüenza y la irresponsabilidad no tienen coste electoral. Salen gratis. Esa es la no política del asesor de cabecera de Rajoy, Pedro Arriola. La que las encuestas auguran va a ganar las próximas elecciones y cuyo desarrollo y seguimiento le ha procurado pingües beneficios económicos al marido de Celia Villalobos.
¿Cómo es posible que quepan en el mismo saco la campaña contra el Estatut y el cava catalán y las palabras de don Mariano hace una semana en Barcelona con los chicos de CiU presentes en el acto: “hay que incidir en lo que nos une, sería disparatado e irresponsable si apostásemos por la división”? ¿A quién quiere engañar? Las circunstancias, los clientes, los intereses, marcan la política vacía de contenidos y convicciones. La que sólo busca ganar desde el marketing, desde el simple cálculo electoral. Sin mojarse, sin destaparse en ningún asunto comprometedor.
¿Es éste el liderazgo que necesitamos como país en crisis? ¿El del que no responde a las preguntas en las ruedas de prensa? ¿El del que critica en la oposición las medidas del ejecutivo (impuesto de patrimonio, subida del IVA…), para no cambiarlas cuando gobierne? ¿El del que a punto estuvo de dejar caer al país en la quiebra en Mayo del 2010, votando en contra de los recortes para evitar compartir el coste político, erosionando aún más al presidente y, en cambio ahora, con las puertas de la Moncloa a la vista, sin peligro electoral aparente, cambia de perfil y se apresura a pactar con ZP cualquier medida de ajuste que le plantee? Alguien dirá, con razón, que más vale tarde que nunca. Es cierto. Ojalá que esa disposición al consenso hubiera llegado antes. Mejor nos hubiera ido a todos. Pero, ya se sabe, los intereses particulares de algunos van antes.
A uno de los primeros cínicos, al griego Diógenes de Sinope, le preguntaron por qué la gente daba limosna a los pobres y no a los filósofos. A ello respondió: “porque piensan que pueden llegar a ser pobres, pero nunca filósofos.” Quizás ese pensamiento esté en el fondo de la táctica de los actuales partidos políticos. Pero en todo caso no podemos renunciar, como parece que estamos haciendo, a que nos expliquen lo que van a hacer antes de concederles el poder. Antes, no después. Esta es una de las bases con las que se ha consolidado la democracia en los países que tenemos la suerte de vivir en ella. No perdamos ese norte.
Y, si como parece, las soluciones a nuestros problemas no están del todo en las manos de los que van a ser elegidos en las urnas, exijamos al menos consideración y respeto a la mayoría de edad y al sentido común de los ciudadanos. Sin cinismos ni burdos juegos de manos de los modernos aprendices de brujo.
¿Qué ha cambiado? La sensación instalada en el partido de la oposición de que el campeonato ya está ganado y, en todo caso, que ZP ya no compite. ¿Eran teatro las desaforadas críticas anteriores al presidente o nada más que la estrategia dictada en los maitines de los lunes, seguida a rajatabla por todos los portavoces del PP, sabedores de que contra más leña dieran, más posibilidades tenían de colocarse en el futuro?
Con los ciudadanos oficiando de masa acrítica que todo se lo traga. A los que no es necesario dar cuenta de alternativas o compromisos. A los que no importa contar un día una cosa y al siguiente la contraria. Con tal de acertar en la dosis y en el momento. La incoherencia, la desvergüenza y la irresponsabilidad no tienen coste electoral. Salen gratis. Esa es la no política del asesor de cabecera de Rajoy, Pedro Arriola. La que las encuestas auguran va a ganar las próximas elecciones y cuyo desarrollo y seguimiento le ha procurado pingües beneficios económicos al marido de Celia Villalobos.
¿Cómo es posible que quepan en el mismo saco la campaña contra el Estatut y el cava catalán y las palabras de don Mariano hace una semana en Barcelona con los chicos de CiU presentes en el acto: “hay que incidir en lo que nos une, sería disparatado e irresponsable si apostásemos por la división”? ¿A quién quiere engañar? Las circunstancias, los clientes, los intereses, marcan la política vacía de contenidos y convicciones. La que sólo busca ganar desde el marketing, desde el simple cálculo electoral. Sin mojarse, sin destaparse en ningún asunto comprometedor.
¿Es éste el liderazgo que necesitamos como país en crisis? ¿El del que no responde a las preguntas en las ruedas de prensa? ¿El del que critica en la oposición las medidas del ejecutivo (impuesto de patrimonio, subida del IVA…), para no cambiarlas cuando gobierne? ¿El del que a punto estuvo de dejar caer al país en la quiebra en Mayo del 2010, votando en contra de los recortes para evitar compartir el coste político, erosionando aún más al presidente y, en cambio ahora, con las puertas de la Moncloa a la vista, sin peligro electoral aparente, cambia de perfil y se apresura a pactar con ZP cualquier medida de ajuste que le plantee? Alguien dirá, con razón, que más vale tarde que nunca. Es cierto. Ojalá que esa disposición al consenso hubiera llegado antes. Mejor nos hubiera ido a todos. Pero, ya se sabe, los intereses particulares de algunos van antes.
A uno de los primeros cínicos, al griego Diógenes de Sinope, le preguntaron por qué la gente daba limosna a los pobres y no a los filósofos. A ello respondió: “porque piensan que pueden llegar a ser pobres, pero nunca filósofos.” Quizás ese pensamiento esté en el fondo de la táctica de los actuales partidos políticos. Pero en todo caso no podemos renunciar, como parece que estamos haciendo, a que nos expliquen lo que van a hacer antes de concederles el poder. Antes, no después. Esta es una de las bases con las que se ha consolidado la democracia en los países que tenemos la suerte de vivir en ella. No perdamos ese norte.
Y, si como parece, las soluciones a nuestros problemas no están del todo en las manos de los que van a ser elegidos en las urnas, exijamos al menos consideración y respeto a la mayoría de edad y al sentido común de los ciudadanos. Sin cinismos ni burdos juegos de manos de los modernos aprendices de brujo.
Desde luego amigo¡qué bien les va con las tácticas de Arriola! y la lengua sin freno de su mujer, Celia Villalobos, la sin par ministra de Sanidad que hablaba de los calditos con un "huesito" no procedente de vacas locas.
ResponderEliminarElla largando sin pausa, en las tertulias televisivas, disparates y mentiras dichas con su estrecho cerebro unidirecional y rostro de granito.Y Marianin y sus adláteres sin soltar prenda de lo que van hacer ¿para qué desgastarse si además a nadie le interesa lo que digan ni piensan ni hagan?Se sienten ya en la poltrona que la masa acrítica, como tu dices, le predice en las encuestas.Masa acrítica con ellos... porque con los demás si que es crítica.
Lo malo de todo esto es la desconfianza en los políticos que ellos solitos se han ganado, a pulso unos/as, a causa de las enredadas circunstancias otros... En fin, hablémosle al viento para que sople en los oídos de la masa el mínimo sentido común posible.
Hablemosle al viento y contemosle tambien el desastre de la fusión de Cajas Gallegas promocionado por Alberto Manostijeras y el incremento del numero de parados en Galicia, el aumento de la deuda publica y el autismo, la mala gestión y la dirección de los recortes del Gobierno galego. ¿Tiene algún coste politico todo esto? El casi monopolio en los medios de comunicación galegos tendrá algo que ver.
ResponderEliminarUtilicemos el viento. Poco más nos queda.
Sí, eso también hay que contárselo al viento para que lo lleve a los oídos y a los cerebros.
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