En su búsqueda, los elefantes del desierto recorren cientos de kilometros, siguiendo los cauces desiertos de los ríos que algún día fueron. Lo hacen en grupos que avanzan lentamente a la luz del amanecer o con la rebeldía de los machos jóvenes que marchan a su aire y se entretienen en los pocos árboles que milagrosamente sobreviven a la perpetua sequía. Elefantes del desierto, distintos a sus parientes de las sabanas. Más grandes, más resistentes.
Caminos de Damaraland que comparten con las presumidas avestruces. A veces remedando un desfile de modelos. O como lejanos puntos negros que contrastan en el monótono horizonte de la inmensa planicie. Sembrando el territorio de huevos abandonados, muchos de ellos inviables, que los bosquimanos usan para recoger y conservar el improbable milagro del agua de la lluvia.
Preciosa galería fotográfica, completada con tan plásticas y hermosas descripciones. No se puede pedir más. Gracias.
ResponderEliminarA ti C.L. por compartirlas con nosotros.
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