martes, 17 de septiembre de 2013

Cruzar el puente contaminado

A propósito de la guerra civil siria, el escritor Rafael Argullol, siempre certero en sus reflexiones, afirma: "debo confesar que, en los últimos 2 años, he seguido con atención las noticias procedentes de Siria sin lograr formarme una idea medianamente coherente de lo que ocurre". Puedo decir que comparto esa misma sensación, desde el dolor de haber conocido ese magnífico país hace apenas 3 años. Y de haber comprobado su enorme riqueza cultural e histórica y la natural tolerancia religiosa que su condición de cruce de caminos, desde los albores de las civilizaciones, le otorga. Una tolerancia palpable en el barrio antiguo de Alepo donde edificios de 7 confesiones religiosas distintas, comparten (desconozco si han dejado ya de hacerlo) una misma calle. O en la hoy torturada Malula, pequeña población de mayoría cristiana que aún conserva el arameo vivo en la lengua de sus habitantes.


La información que nos llega de Siria está siendo, como en muchos otros asuntos del mundo de hoy, "desoladoramente superficial y maniquea". Sesgada y gestionada, sin contraste posible, por los grandes lobbys globales de la comunicación -verdaderos amos del mundo en la era postmoderna-. Con esa arma de destrucción masiva han conseguido simplificar groseramente la complejidad de una guerra con mil aristas, sin otro objetivo que facilitar los eventuales movimientos de las potencias occidentales con intereses geoestratégicos en la siempre conflictiva área del Oriente Medio. Utilizando como señuelo moral la defensa de la martirizada población civil. Una bandera que después de cientos de miles de muertos se deja a un lado, cuando el nuevo equilibrio de poderes aconseja cambiar, de un día para el otro, el foco informativo de sitio, sin que apenas lo note la anestesiada opinión pública occidental.
Siria es el último paradigma de la propaganda que impide entrar en matices. Y nos lleva a todos de la mano hasta la versión "correcta" como a corderos que no notan el brazo que les empuja. Hoy en día, sobreinformar de una barbarie y al tiempo obviar otra más grande, no reduce la credibilidad de los medios de comunicación uniformados. El vértigo de un caudal inagotable y no digerible de noticias favorece la formación del bien nutrido pensamiento único globalizado. 
Como Argullol añade, "nunca ha habido tanta libertad para informar y tan poca transparencia, pese a los esfuerzos de muchos que escriben en canales alternativos". Un cubo de playa, diría yo, para vaciar el mar. Es desolador no poder fiarse de nadie para formar la propia opinión. Te hace sentir participe de un universo contaminado.
Tomando unos vinos con unos amigos, uno de ellos afirmó que sólo cree ya a los que están en el lugar de los hechos y además no tienen intereses económicos o políticos en el asunto. Muy interesante el ejemplo de Médicos sin Fronteras, que después de confirmar "in situ" el uso de armas químicas, pidió a los países implicados la no utilización de esa información para justificar una intervención armada en Siria. Hacerlo dificultaría su objetivo: la atención a la población civil. Elemento de gran preocupación en todas las guerras modernas, al que todos los contendientes e intervinientes invocan como el valor principal a preservar, pero al que ninguno de ellos pone nunca en el centro de las decisiones. .
Si, algunas ONGs pueden ser fiables. Y a su información hay que agarrarse a veces. También a los pocos intelectuales "de verdad" que quedan: con pensamiento crítico no alineado, poco interesados en cargarse de razón, más preocupados por acercarse a la verdad que en afianzar el ego, capaces de cambiar el análisis inicial, si es necesario, en vez de "sostenerla y no enmendarla" perdiendo "caché"... Uno de ellos es Tzvetan Todorov, historiador búlgaro de nacionalidad francesa, que también a propósito de Siria, dice algo tan claro y evidente: "el conflicto entre unos manifestantes pacíficos que exigían libertades democráticas -al hilo de las primaveras árabes- y el poder represivo, se ha convertido en un enfrentamiento entre distintos grupos religiosos, sostenidos por las teocracias de la región, Arabia Saudí en un bando e Irán en el otro. La guerra una vez desatada, se rige por su propia lógica, que arroja al olvido las justificaciones iniciales y las sustituye por el resentimiento y la venganza. Y las opciones más extremistas pueden más que la moderación"
¿Que será, pienso yo, de aquellas personas que conocimos en nuestro viaje de hace tan pocos años, orgullosas de la tolerancia y del gran bagaje histórico de su país? Pues es posible que, como una brutal carta al director señalaba hace unos días, ya hayan "Cruzado el puente" que va de la razón a la locura. En dicha carta, un asturiano cuenta la historia de Fátima, profesora siria de inglés, madre de dos hijos, a la que supongo conoció por alguna razón. En la actualidad Fátima es conocida con el alías de Guevara y ejerce como francotiradora en la ciudad donde antes residía. Su matrimonio fracasó por diferencias políticas, su casa fue destruida, es posible que desconozca si sus hijos están vivos o muertos..., y ha sustituido -quizás para siempre- "las palabras por las balas". ¿Hay algo por lo que merezca la pena acabar así?


Cuando escribo esto no puedo dejar de pensar, salvando todas las distancias, en la Cataluña que tanto quiero y admiro. Me inquieta y perturba cada día esa deriva en la que unos imponen en su territorio una opción única aliñada de discutibles razones, sin contrapesos, catapultada por un entusiasmo que, como dice Elvira Lindo, acogota a los que no los experimentan. Y, aún peor, los enmudece en un momento en el que debería fomentarse la discrepancia para que el tan cacareado debate "en marcha", sea realmente democrático y permita la formación libre de opinión crítica y mesurada. Todo lo que se sale de la emotiva cadena ya está sobrepasado, ya "no toca". El paraíso de la independencia está demasiado cerca para entrar en detalles.
Mientras, en el otro territorio otros esconden la historia reciente, no se habla de los errores cometidos en su momento por jugar con las cosas de comer, para alcanzar el poder sobre la tierra chamuscada que ahora arde. Y, ya en el gobierno, son incapaces de reaccionar frente al marrón que alimentaron, amedrentados por la caverna maniquea de la España una, grande y libre. Temorosos de cualquier movimiento que les desuna el rebaño interior. Pocos, desde este lado, intentan analizar lo que pasa por la cabeza y en el corazón de los del otro. Frente a la algarabía catalana, aquí hay un silencio tenso, un vacío de ideas que tampoco llenan por ahora los que proponen puntos intermedios de encuentro, quizás demasiado poco concretos todavía. Y que en todo caso no se ven factibles en ninguno de los lados. ¡Ojalá lleguen antes de que alguno decida cruzar el puente y la locura se desate!

domingo, 1 de septiembre de 2013

Tartas, frases y noticias en la prensa (cosas distintas, asuntos para provocar y más de lo mismo)


Tartas más o menos dulces. Algunas de cumpleaños, como la del neurólogo y escritor Oliver Sacks que cumple 80 años escribiendo un artículo delicioso. En él nos cuenta que "anoche soñé con el mercurio: enormes y relucientes glóbulos de azogue que subían y bajaban. El mercurio es el elemento 80 de la tabla periódica. A los 11 años fui sodio y a los 79, oro". Una brillante ocurrencia de un científico ocurrente, capaz de convertir los casos clínicos de sus pacientes en excelente literatura, llena de ironía y sutilidad. Con títulos tan atractivos como "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero", en el que relata varios casos con alteraciones de la percepción tan curiosas como el sueño del mercurio. O "Despertares", un libro sobre la epidemia de encefalitis letárgica de principios del siglo XX y el descubrimiento de la L-dopa, que, más tarde, se convirtió en una extraordinaria película que ejemplifica muy bien lo que supone la relación médico- paciente.
Un tipo entrañable e inteligente que nos hace sonreír a sus 80 años: "fui el más joven de mi clase del instituto. He mantenido desde entonces la sensación de ser siempre el más joven, aunque ahora mismo soy prácticamente la persona más vieja que conozco". Algunos esperamos que nos ocurra lo mismo. Un colega que sabe y ha sabido vivir: "tal vez, con suerte, llegue, más o menos intacto, a cumplir algunos años más, y se me conceda la oportunidad de amar y de trabajar, las dos cosas más importantes de la vida, como insistía Freud". Y que termina su artículo con un rotundo y valiente "tengo ganas de tener 80 años". Muchas velas para una gran tarta llena de vida, experiencias, pensamientos y emociones.

Ahora una frase de Kiko Veneno: "La mafia española es más perfecta que la italiana: no necesita matar". Unas semanas después, la realidad le ha dado la razón con la destrucción por el PP de los dos ordenadores de Bárcenas: todos los delincuentes procuran destruir las huellas del crimen. Dice José Antonio Martín Pallín que "antes de tomar la decisión alguien debió sopesar las consecuencias".  Y el PSOE le pide al juez que averigüe quién se cargo los discos duros y quién ordenó que se hiciera. Nadie con un mínimo sentido común, debería tener dudas de que la decisión paso por Cospedal y Rajoy. Tampoco de la importancia política y penal de los datos que ambos ordenadores contenían y que nunca debieron perderse. Tanta que es preferible la vergüenza -si es que les queda alguna- de la palmaria ocultación de pruebas y alguna cabeza menor que pueda caer, que proporcionarle al juez más pruebas -¿hacen falta más?- de la financiación B del partido y de los complementos salariales en B de sus dirigentes. ¿Qué más nos hace falta a los ciudadanos para plantarnos en las sedes del PP y, de forma pacífica, no movernos de ellas, hasta que Rajoy y la actual cúpula dirigente de su partido se vayan a su casa o directamente a Soto del Real?

Otra tarta, ésta con agujero en el medio, sobre "el sexo anal y otras creencias". En "La rendición", una obra de teatro -más bien un monólogo- que este verano ha representado en el Festival de Edimburgo y ahora lo hará en el Centro Dramático Nacional, la gran actriz suiza Isabelle Stoffel. "En el culo, la verdad siempre sale a la luz. El culo no puede mentir: si mientes, duele..." Clara como el agua, Isabelle. Desgranando un texto basado en las memorias de la escritora australiana Toni Bentley, afincada en New York: "para mí el sexo anal fue un acontecimiento literario. Las primeras palabras empezaron a fluir cuando él estaba en lo más hondo de mí. Su pluma en mi papel. Su rotulador en mi secante. Su cohete en mi luna. Es curioso de dónde saca una la inspiración. O cómo recibe una el mensaje". Fuerte, excesivo y provocador, sin duda. Intentando convencer, desde las aceras de Manhattan, de que sin el movimiento y el removimiento de las convenciones cotidianas, quizás nos congelemos.

Y para acabar, una sorprendente noticia: "Rebelión de monjes griegos en el Monte Athos". Un lugar mítico al que un buen amigo y yo intentamos llegar sin éxito en los años jóvenes. Pues resulta que en la república monástica del Monte Athos se prohíbe desde el siglo XI la entrada de mujeres y toda clase de bestias hembras. Y que ahora, en uno de sus monasterios, Esfigmenu, un centenar de monjes considerados herejes por defender la ortodoxia y rechazar los acuerdos suscritos en 2002 por el patriarcado ecuménico de Constantinopla y el Vaticano que revocaron los antiguos decretos de excomunión mutuos, se han atrincherado con piedras y cócteles molotov para evitar su desalojo y sustitución por otros monjes más dóciles. Tan encarnizado es el combate que el líder de los sublevados talibanes de Bizancio, el archimandrita Metodios, ha acusado al patriarca Bartolomeo I de impedir la llegada de víveres, agua y medicinas al monasterio rebelde, bloqueando los precarios accesos a la punta de la larga península donde habitan, rodeados sólo por el Mar Egeo. ¡Como en los viejos tiempos!.