domingo, 30 de mayo de 2010

La guerra

Hace unos meses, una viñeta de El Roto mostraba a un militar que escuetamente decía: “nuestras tropas están en Afganistán para defender a nuestras tropas”. Es la aplastante lógica de la guerra, la historia interminable de la humanidad. Y en estos días, en los que las finanzas y la economía invaden nuestras vidas y nos nublan el pensamiento, es bueno recordar que sigue habiendo guerras en el mundo y que cada día mueren en ellas hombres, mujeres y niños.
Como siempre, el cine nos ayuda a encontrarnos con la realidad y algunas películas de la cartelera actual tratan sobre el tema. En los años dorados de Hollywood, los ejércitos buenos siempre acababan ganando a los malos. La llegada del “cinemascope” nos trajo títulos inolvidables de épicas batallas y hazañas bélicas. Los chavales de aquella época disfrutábamos con ese cine en sesión continua y, al salir, jugábamos a la guerra con soldados de plástico. Los matábamos sin piedad, para acto seguido recuperarlos y continuar jugando con ellos mientras llegaba la merienda de pan, mantequilla y chocolate. Así son los cachorros humanos. Hasta que les llega la dura madurez. El jóven Borges ilustra ese complicado momento de la existencia en su “Cuaderno de San Martín” cuando escribe: “yo era chico, yo no sabía nada de la muerte, yo era inmortal”.
Ahora, las películas de guerra son más diversas. Con frecuencia pretenden no tomar partido, aunque es dudoso que lo consigan. Kathryn Bigelow al rodar “En tierra hostil”, intenta escapar de cualquier reflexión política sobre la guerra de Irak y coloca su mirada digital sobre un guerrero moderno, el sargento artificiero James. Un tipo con una existencia sin horizonte para el que la guerra -como Baricco la define en su libro “Homero, Ilíada“- es “el punto de llegada de toda búsqueda y todo deseo”. Un adicto a las emociones fuertes frente a la mediocridad de lo cotidiano. Condenado a vagar por la violencia. Nada nuevo desde Ulises.
Muy diferente, “Ciudad de vida y muerte” del chino Lu Chuan, recupera el lenguaje de los clásicos para alcanzar, en un límpido blanco y negro, la potencia de las imágenes mostrando sin pudor el dolor absoluto, la indefensión de los vencidos, la bestialidad de los vencedores, la maldad, el arrepentimiento de los verdugos… Y la masiva violación de mujeres, víctimas olvidadas de las batallas perdidas o ganadas por los hombres. Un film que revela la brutal ocupación del ejército nipón de la ciudad de Nanking y narra la barbarie allí ocurrida, de forma deslumbrante y sobrecogedora. Majestuosa fotografía que presenta la guerra también desde su innegable componente estético. De nuevo “La Ilíada” como referente bélico universal.
Desde otra perspectiva, el cine actual también se enfrenta al olvido y a la impunidad en los desastres de la guerra. Roman Polanski en “El escritor”, sólo cambia los nombres para colocar a Tony Blair –e indirectamente a sus compañeros del “trío de Las Azores”- ante las mentiras de “las armas de destrucción masiva” y los miles de muertos de la guerra de Irak. Siguiendo esa estela, el británico Ken Loach ha estrenado en Cannes “Route Irish”, otra película sobre el mismo tema con imágenes reales de torturas y violaciones de las leyes internacionales.
Con todas sus caras expuestas sobre la pantalla, lo cierto es que la guerra, después de las terribles experiencias del siglo XX, se considera un mal a evitar. Parece que ha dejado de ser “el motor de la historia”. Pero todavía no es un mal absoluto. Por ello, siempre acaban apareciendo “nobles y justas” razones para justificarla y apoyarla. A veces, hasta le ponemos extraños nombres como Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad en Afganistán (ISAF). Calculada ambigüedad en la nomenclatura, que no evita las muertes de civiles en los bombardeos. Otra guerra más. Otra barbarie.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Tres temas

Todos relacionados de algún modo con la Justicia en España. Todos preocupantes.

1. “Agonía y muerte de María Antonia Liébana” es el reportaje periodístico del ingreso hospitalario de una mujer con demencia previa que presenta un infarto cerebral con el que queda en situación vegetativa. Los médicos que le atienden en el Hospital Infanta Leonor de Madrid informan a la familia de las nulas posibilidades para una evolución favorable. Ante ello la familia solicita que, dado el deseo manifestado reiteradamente por la paciente durante toda su vida, no se le practiquen otras medidas que las dirigidas al alivio de los síntomas. Pasados unos días en los que la enferma se mantiene en estado vegetativo confirmando la irreversibilidad del proceso, los médicos que la atienden indican a la familia que va a colocársele una sonda nasogástrica para alimentarla. La familia manifiesta por escrito su rechazo a esa medida y a cualquier otra que no tenga como objetivo aliviar el sufrimiento del enfermo. Ante ello el hospital y su asesoría jurídica ponen el caso en manos del Juzgado de Instrucción número 29 de Madrid y de su titular el Juez Pedro Antonio Domínguez Morales, argumentando que a falta de un Testamento Vital firmado por la paciente, la colocación de la sonda era innegociable al ser considerada una necesidad básica para la vida.
El antedicho juez dio la razón al hospital. A la habitación de la paciente llegaron dos policías nacionales para comprobar que la orden del juez era implementada. La hija de María Antonia presente en la habitación evitó la colocación de la sonda y solicitó el alta voluntaria inmediata. Ya en su domicilio, Fernando Marín de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) (su página web y el formulario para asociarse lo encontraréis en Google) y Luis Montes sedaron a la paciente con lo que su muerte esa misma noche fue tranquila, acompañada por su familia y sin incidencias: “el único momento positivo de todo el doloroso proceso”, así lo califica su hijo José Luis.
En el reportaje, Fernando Marín tiene claro que se trataba de una enferma terminal y que en sus valores y en los de la familia estaba el de no sufrir innecesariamente. No es un caso aislado (Inmaculada Echevarría en España y Eluana Englaro en Italia, como más conocidos). DMD que ya cuenta con 2.800 socios, ayuda a morir a unas 50 personas al año.
Esto no es eutanasia. Es una sedación terminal, terapia indicada para evitar la prolongación de la agonía en los enfermos terminales. Existe un protocolo excelente para llevarla a cabo con los pasos y los tiempos adecuados en la página web de la Junta de Andalucía.
Hay demasiados casos de “mala muerte” en los hospitales de España que deberíamos evitar. No es necesario el Testamento Vital. La Ley de Autonomía del Paciente del 2002 permite al paciente renunciar al tratamiento que le propongan y en caso de estar inconsciente asigna a la familia la facultad para interpretar la que hubiera sido su decisión. Así lo ha reconocido el Ministerio de Sanidad en relación a este desgraciado caso que ha salido a la luz. Pero muchos casos parecidos se dan diariamente y quedan en el anonimato.
Vistos los tiempos que corren y los posicionamientos de determinados médicos, hospitales y jueces y a pesar de que no debería ser estrictamente necesario, conviene que hagamos el Testamento Vital. Sobre todo en “determinadas autonomías". 60.000 personas ya lo han presentado en España. Ya sabéis: puede entregarse en las Delegaciones/ Consejerias de Sanidad o en los Servicios de Atención al Paciente de los hospitales públicos.

2. Dice Carrillo que la Justicia en España "es independiente del gobierno; lo que queda por saber es si es independiente de la derecha y el PP".
Caso Garzón: no os perdais el artículo de Jiménez Villarejo y Márquez Arana, “A Garzón se le está negando un juicio justo”. Los movimientos de última hora y mala conciencia de Margarita Robles y compañía no consiguieron una salida honrosa para el juez sin la humillación de la suspensión. Las prisas de los vocales “conservadores” para convocar el Pleno del Consejo del Poder Judicial y bloquear su traslado a La Haya, son un ejemplo más de la orientación política que en los organos de poder judicial Aznar dejó “atado y bien atado”, durante su mayoría absoluta y que ZP -que nunca la ha tenido- no ha conseguido renovar, ante el eficaz bloqueo del amigo Trillo (hoy se cumplen 7 años de la tragedia del Yak-42 y él "de rositas").
Todo ello con la eficaz colaboración, si es necesaria, de los chicos de Manos Limpias. A proposito del caso, leed “La justicia es lenta; la injusticia rápida” de Cristina Almeida. Y como dibujo esquemático de la situación general: el ejemplo de la Sala Penal del Tribunal Supremo con los 3 últimos presidentes. Para verlo claro, leed el reportaje: “Están en manos de jueces conservadores”.
Y para acabar os remito al artículo de José Manuel Gómez Benitez, vocal del CGPJ sobre “El gobierno de los jueces”. En él explica claramente el oscuro proceso de nombramientos, la dependencia de las Asociaciones con los partidos políticos. Sobre todo en el caso de la mayoritaria Asociación Profesional de la Magistratura (APM) que se comporta en demasiadas ocasiones como simple correa de transmisión del PP. Propone para ello cambios en “el rancio sistema de nombramientos para introducir democracia y aire fresco y despolitizar la magistratura”. A mi modo de ver, un tercer poder en el que la transición del franquismo aún está por terminar.

3. “Calcúlese un Cristo, ya macilento, para cada dos personas… En una fuente de horno sobre lecho de cebollas lo untaremos con abundante mantequilla…” Se trata de un corto-broma de Javier Krahe para sus amigos que rodó en 1978 y que nunca llegó siquiera a proyectarse en público. En 2005 en una entrevista de Canal + al peculiar cantante, se habló de aquel corto y algunas fotogramas aparecieron como fondo de la conversación. Una asociación fundamentalista llamada Tomás Moro presentó una denuncia por “delito continuado contra los sentimiemtos religiosos”. Ahora le toca decidir al Juzgado de Primera Instancia de Colmenar Viejo. Le piden casi 200.000 euros.
Un nuevo “cristo” como el de los “Versos Satánicos” de Salman Rushdie. ¿Denunciarán también a Monthy Phyton, a Madonna o a Luis Buñuel? Mal lo tiene Javier Krahe con esta nueva inquisición jurídico-asociativa. Para leer sobre el tema, varias cosas en "Público": “Juicio a Javier Krahe por atentar contra el sentimiento religioso” y “Javier Krahe no sabe cocinar”.
De Javier Krahe recuerdo sus conciertos en "El Latino” de Ourense, su omnipresente cigarro, la cantidad de güiskis que es capaz de beber en una noche y algo tan sublime como: “cuando todo da lo mismo porqué no hacer alpinismo…”. Ánimo, maestro. ¡Qué no sea nada!

sábado, 22 de mayo de 2010

Leones y chihuahuas

Un viejo cuento anglosajón, muy popular aún por esos pagos, relata la conversación entre dos supervivientes de un accidente aéreo, solos en la selva a merced de los leones. Uno de ellos comienza a ponerse las zapatillas de deporte y el otro le pregunta si pretende correr más que la fiera que en breve aparecerá para zampárselos. “No, lo único que pretendo es correr más que tu”, fue la contestación recibida.
Con esta historia como pretexto, Juan Hernández Vigueras, un amigo experto en finanzas especulativas y paraísos fiscales, escribió hace varios meses en su blog un artículo titulado: “¿Puede Zapatero escapar del león?”. El tiempo le ha dado la respuesta que él mismo sugería en el texto. A pesar de su numantina resistencia, el presidente no ha tenido más remedio que subirse al árbol de los recortes para evitar que nuestro país cayera en las garras de los leones del mercado.
Es doloroso descubrir de este modo que lo que más nos afecta se escapa a nuestro control político interno. De poco sirven el voto y la supuesta soberanía en un sistema financiero mundial que continúa funcionando como antes de la crisis que él mismo provocó. Cada vez más surtido de leones -CDS, hedge funds…- a los que nadie se atreve a domesticar. Por algo Oliver Stone presenta en Cannes su nueva película, “Wall Street: el dinero nunca duerme”.
En cualquier caso y a pesar de que la crisis es sistémica y, por tanto, la solución sólo puede ser global, los leones suelen empezar por atacar a los más débiles. Y en España lo somos. Hemos vivido muy por encima de nuestras posibilidades. El euro y las ayudas europeas nos facilitaron una protección monetaria que no se correspondía con nuestro nivel real de desarrollo. Con ello accedimos a dinero barato y ahora estamos endeudados hasta las cejas. Pero no sólo el estado, sino sobre todo las empresas, los hogares y el mismo sector bancario. Casi cuatro billones de euros (el 390% del PIB) de deuda privada. O sea que el problema estaba cantado. ZP se ha equivocado en muchos momentos de la crisis, pero la burbuja hubiera explotado tanto con él como con cualquier otro. Y ahora acierta cuando se sube al árbol de Europa para defenderse y defenderla. En sus ramas se está mejor que a la intemperie, aunque las medidas que se nos exijan sean duras y dolorosas. No hay alternativa mientras la selva universal en la que vivimos no se cuestione sus bases fundamentales.
Y dicho esto, aunque a las fieras nos les importen nada nuestras peleas domésticas, el papel de Rajoy está siendo impresentable. Después de meses pidiendo recortes drásticos, se presenta ahora, en la apoteosis de la demagogia, como el valedor de las políticas sociales. En vez de unir esfuerzos –véase la actitud de la oposición en los países de nuestro entorno- se descuelga con un rechazo electoralista y propuestas irrisorias de recorte del gasto, demostrando de nuevo su carencia de política alternativa para nuestra maltrecha economía. ¡Qué fácil hubiera sido mantener la coherencia y responder como un hombre de estado! Malas consejeras las prisas y los oráculos que claman: “leña al mono, hasta que caiga del árbol”. Poco importa, al parecer, que con él caiga también el país.
Mientras tanto en California, donde la burbuja inmobiliaria y la deuda corrieron de forma paralela a la nuestra, los ciudadanos intentan ahorrar abandonando en las calles a los chihuahuas que habían adquirido en los años de esplendor. En los que lo único que importaba era parecerse a Paris Hilton. Ahora se contentan con evitar la factura del veterinario. Paradojas de la globalización.
En todo caso, lo que toca ahora es trabajar con los pies en el suelo, aunque sólo sea -como dice la Reina de Corazones en “Alicia en el País de las Maravillas”- “para después de correr mucho, seguir en el mismo sitio”.

sábado, 15 de mayo de 2010

Embustes

En “La decadencia del arte de mentir”, Mark Twain afirma que “no es posible vivir con alguien que diga siempre la verdad”. Cierto, la sinceridad mal entendida puede llegar a ser tan indeseable como el engaño. Decirle cada día al feo “lo feo que es” o al moribundo lo poco que le queda, de nada sirve más allá de hacer sufrir de modo innecesario al prójimo.
La mentira en pequeñas raciones forma parte de los usos sociales. La convivencia exige tácitas convenciones, pequeños pactos de silencio. Lo grave es cuando esos pactos abren la puerta a la imposición y a la violencia. En “La Cinta Blanca”, Michael Haneke los encuentra en las entrañas del autoritarismo afincado en un pequeño pueblo alemán a las puertas de la segunda guerra mundial. Un sórdido lugar donde anida la mentira colectiva, caldo de cultivo del horror posterior. El poder absoluto siempre se sostiene sobre el miedo y el silencio.
En todo caso, mentimos por muchas otras variadas razones: por costumbre, por egocentrismo, por temor, por cordialidad... Incluso por ayudar a los demás. Con mentiras piadosas, aquellas que mi abuela decía que se perdonaban rezando dos avemarías y un padrenuestro. O con las mentiras compasivas a “Doña Rosita, la soltera”, el tierno personaje de Federico García Lorca. O con las amorosas mentiras a sus feligreses del “San Manuel, bueno y mártir” de Miguel de Unamuno. O con las nobles mentiras, "deber de los gobernantes para con sus pueblos", de “La República” de Platón.
También hay mentiras para jugar. Licencias creativas. Mentiras amables de cuentos infantiles, de narices inmensas en muñecos de madera, de canciones que llevan por el monte a las sardinas y por el mar a las liebres. Poemas de brujas buenas y piratas honrados. Cuentos que forman parte de nuestro imaginario infantil, pensados para mostrar los peligros del engaño. Fábulas de animales sabios e historias aleccionadoras como la de “Pascualín, el embustero”, aquel joven pastor que solía mofarse de sus compañeros asustándoles con el grito de “¡qué viene el lobo!” Hasta que un día el lobo vino de verdad y se lo comió a él.
Más tarde supimos de mentiras que llenaron vidas enteras: médicos que nunca estudiaron medicina, falsos supervivientes en los campos de exterminio nazi... Grandes mentiras que exigen compromiso, trabajo, dedicación y capacidad para improvisar. Mentiras que se reproducen, se bifurcan y se pierden en una maraña que ahoga al embustero por mucho que quiera escapar de la soga. Insatisfacción vital escondida en historias de diseño propio que tarde o temprano alguien descubrirá.
Mentiras como máscaras, para aparentar lo que no somos, para quedar bien, para escondernos del público que nos mira. Mentiras de conveniencia que ocultan relaciones inconfesables, tratos de favor, regalos, trajes, aduladores oficiales que algunos quisieran no haber conocido nunca. Pero que están ahí, llaman por teléfono y acaban siendo irrefutables, convirtiendo en patéticas la figuras de quienes pugnan por convencer al mundo de que aquello nunca pasó. Al menos en Valencia. Mentiras con objetivos muy distintos. Embustes buenos, malos y regulares. Como en todo.
A Francisco Camps, para que deje pronto de hacer el ridículo.

Hacen falta por lo menos dos

Este artículo se escribió el martes 11 de Mayo e iba a enviarse para su publicacion en "La Región" de Ourense el viernes 14. El miercoles 12 el Presidente del Gobierno presentó en el Congreso las medidas para recortar el deficit público, forzado por las circunstancias de la última semana y las decisiones de la Unión Europea del viernes y domingo pasados. Tras ese anuncio, tal como estaba escrito, el artículo quedaba fuera de contexto para su publicación en el periodico. Por eso no lo envié y me refugié en los "Embustes" que veréis arriba.
Pero quiero publicarlo en el blog porque su mensaje fundamental sigue siendo válido. Sobre todo por las crecientes llamadas a la convocatoria anticipada de elecciones, que estamos oyendo desde diversos ámbitos.
No caigamos en ese error. Lo que ahora necesitamos más que nunca es un gran Pacto Político y Social para rearmarnos frente a esta crisis que está demostrando la debilidad de nuestros gobiernos, la escasa importancia de nuestro voto y los límites de la democracia ante la fuerza de los mercados financieros que no hemos sido capaces como comunidad internacional de reformar tras la primera fase de la crisis.
En todo caso el ejemplo de Portugal es claro y contundente. El líder de la oposición Pedro Passos, del Partido Socialdemócrata afirma: "no es momento de pedir responsabilidades, sino de dar una solución al país". Por otra parte, Socrátes, el presidente portugues se muestra sincero: "hace una semana creía que era posible evitar el recorte y la subida de impuestos, pero el mundo cambió en los últimos 15 días... Ahora no tenemos más remedio que hacerlo". Leedlo en El País: "Portugal se suma al ajuste con una subida general de impuestos".
Semanas antes ya habían pactado los recortes en Irlanda. Políticos, sindicatos y empresarios apoyaban medidas parecidas a las que se van a poner en marcha en España.
Leed también el magnífico análisis de fondo de Fernando Vallespin en la línea de lo planteado anteriormente: "Política dómestica y sus límites".
Y si quereis recuperar el vaticinio de un experto en estos temas y además amigo -Juan Hernández Vigueras- realizado ya hace más 3 meses, buscad en la columna de la derecha "¿Puede Zapatero escapar del león?"

Es lamentable que en la política española prevalezca el desgaste del adversario mucho más que el interés general. Una lástima que, en este contexto, la oposición no quiera salir de su cómodo papel en ningún momento. Ni siquiera en estos momentos de crisis. Y que en el ecuador de la legislatura su única apuesta sea la de forzar las elecciones anticipadas, aunque el país llegue a ellas arruinado. Una estrategia, apenas disimulada, sólo posible desde la catástrofe.
Una opción de corto recorrido. Pobre, lineal y falta de discurso positivo. En un momento en el que éste es especialmente necesario. Seguramente la razón que explica la mala valoración de Rajoy en las encuestas de opinión, incluso cuando el viento sopla a su favor.
Aunque el poder de decisión política en este país está muy repartido, cierto es que la responsabilidad de gobernar corresponde al gobierno. Y a éste no se le ha notado por ahora el interés por un gran acuerdo en aspectos esenciales para la salida de la crisis como la deuda pública y la reducción del déficit. Un error que, otra vez demasiado tarde en esta grave crisis y obligado por las circunstancias, seguramente intentará subsanar en los próximos días.
Ahora bien, ¿estará dispuesto el Partido Popular a discutir de verdad sobre el “mix” de incremento de ingresos y recorte de gastos, necesarios ambos para cumplir con nuestros compromisos con Europa? Las señales que hasta ahora ha mostrado, aventuran una respuesta negativa a ese hipotético llamamiento.
La penúltima señal ha sido el fracasado Pacto por la Educación. Una fácil prueba del nueve para una oposición razonablemente constructiva. Pero después de doce meses de negociación en los que el ministro Gabilondo ha arriesgado al máximo para alcanzar un acuerdo que dote al sistema educativo español de una estabilidad normativa, el PP se ha salido por la tangente con vagos y genéricos argumentos. Aunque una gran parte de sus propuestas estén incluidas en el documento final.
Está claro, el PP no va a pactar en nada. Buscará las mil y una justificaciones antes de hacerlo. Aquí no va a resultar posible reeditar la comparecencia conjunta de gobierno y oposición que hemos visto en Portugal. Tan conveniente y deseada por la ciudadanía. La apuesta de Rajoy es a una sola carta: la rendición incondicional y la derrota sin paliativos de ZP.
Una apuesta de riesgo por mucho que a Mariano no le guste nada arriesgar. Por dos razones. La primera: que a su partido cada vez se le va a notar más “el cuanto peor mejor”, con el desgaste que esto puede provocar en el electorado moderado y centrista que suele decidir los comicios en España. Y la segunda: si llega a gobernar lo hará en tan difíciles condiciones que sus apoyos sociales y mediáticos sufrirán un rápido deterioro tal como le está ocurriendo a Papandreu en Grecia.
A Rajoy también le conviene que la economía mejore. Y el país está empezando a pensar que no está haciendo nada para conseguirlo. Malas consejeras las prisas. No son buenas para nadie. Por mucha legítima ambición de poder a corto plazo que escondan. Es hora de que el gobierno y el primer partido de la oposición cambien de rumbo de forma responsable y generosa. Sería de agradecer y seguro que provocaba buenos réditos políticos para ambos. Si no lo hacen, puede que por sorpresa llegue un tercero y lo aproveche.
Hace unas semanas, Paul Krugman, premio Nobel de Economía, afirmaba: “en EEUU necesitamos tener dos partidos razonables y racionales; lamentablemente no los tenemos.” También en España, a día de hoy, nos pasa lo mismo.

sábado, 8 de mayo de 2010

Mayo

En Mayo es fácil ser feliz. Y además es gratis. Leonardo Sciascia decía que "la felicidad es un instante". Y la vida en Mayo está llena de esos instantes. También este año, por mucho que “los mercados” se empeñen en lo contrario.
De joven uno prefiere no ser consciente de los momentos de felicidad. Para que no se destruya el hechizo. Da como vergüenza reconocerlo. La vida va tan rápido y hay tantos caminos por recorrer que pararse a sentir parece peligroso. Ya habrá tiempo, nos decimos. En cambio, cuando la vida pasa y los años nos van llenando el alma, debería conjurarse ese temor. Y disfrutar sin tasa de los momentos felices. Y contárselo a los amigos.
Por eso ahora, cuando siento el calor del sol empujando los cristales de la ventana, me gustaría enumerar alguno de esos instantes sin otro objetivo que contarlos. Contar, por ejemplo, el atardecer en el mar de este fin de semana, mientras en la playa los surfistas recogían sus bártulos. O las páginas del periódico del domingo dejándome un rastro de tinta en los dedos, mientras lo leo tranquilamente al olor del café recién hecho. Y los percebes del sábado. Y la conversación con los amigos de anoche. O esa Liga que pronto será nuestra. O el último primor de Messi. Y el agua fresca que mitiga la sed despues de correr un rato por la orilla del mar. Y la música que estoy oyendo. Y la piel. Los miles de besos pronunciados. El recuerdo de “El Gatopardo”. El jamón de la cena...
Hay muchos modos de ser feliz. Cada uno tiene el suyo. Conozco gente que lo es por definición. Inasequibles al desánimo. Ruidosos. Contagiosos. Sencillos y sabios. Felices de sentirse felices. Conviene acompañarlos mientras te duren las fuerzas para seguir el ritmo. Al menos alguna vez. Para comprobar que son verdad.
Otros en cambio, se sienten felices en la intimidad. Escuchando sonidos que los demás no registramos. Detectando sensaciones en el silencio. Resultan más difíciles de reconocer, pero si te fijas, se les nota en la mirada felizmente serena. En general, necesitan poco para disfrutar. Son desapegados con lo material e inmunes a la ansiedad de poseer. Pienso en ellos cuando leo el “Cant Espiritual” de Joan Maragall: “No hay forma más exquisita de aristocracia que la de la intemperie. Cuando el hombre puede vivir tranquilamente fuera y sin miedo a nada ni a nadie de la tierra o el espacio”.
También hay hombres y mujeres para los que la felicidad consiste en amar y ser amado. Magníficamente dibujados en “Cosas que le diría con sólo mirarla”, emotiva película de Rodrigo García, el hijo de Gabo, sobre la soledad del desamor. Frágiles criaturas que viven en el precipicio que separa el dolor y la dicha. Protagonistas de los poemas anónimos.
Iré un poco más allá: amanecer en Abu Simbel, el hielo azul del glaciar, el respirar del volcán, la inmensa sabana, la elegancia del leopardo, el olor de la hierba, la hondura de José Tomás, aquel inmenso Rioja en Haro, el último baño de la tarde en el mar, el Camino de Santiago, la “andaina” de Allariz, las naranjas de Noviembre... De nuevo la piel y los besos, el “Azul” de Kieslowsky, Serrat, los ojos de la máscara de Tutankamon, el fin de la dictadura, los hijos, los hijos, los padres...
Tantas cosas felices. Orham Pamuk, premio Nobel de Literatura, define la felicidad como una atmósfera especial en la que nos encontramos de acuerdo con nosotros mismos. Y somos capaces de parar el tiempo y no pedir más.
Llega una nube que tapa el sol que calentaba la ventana. Todo el mundo puede encontrar motivos para ser feliz en Mayo. Basta con encontrar un rato para hacer la lista.

lunes, 3 de mayo de 2010

Los que más saben

Hace unos cuantos años Ciril Rozman, quizás el médico español más influyente en la profesión de las últimas décadas, vino a dar una conferencia a Ourense. Tuve con ello la oportunidad de preguntarle sobre quién era el más adecuado para tratar una determinada enfermedad cuyas características la situaban en la frontera de varias especialidades médicas. Su respuesta no pudo ser más sencilla y, al tiempo, más lúcida: “el que más sepa”, me dijo.
Desde entonces estoy convencido de que cuando quiere abordarse un tema, analizarlo y buscar soluciones, hay que recurrir a los mayores conocedores del asunto, a los que acumulan conocimiento y experiencia. A los que, con un término proveniente de los países anglosajones, llamamos expertos. También en política, en las grandes cuestiones generales, es conveniente confiar en ellos. Para las reformas importantes, resultan imprescindibles.
Por eso Zapatero acertó con el ministro Angel Gabilondo, curtido en las aulas, estudioso y comprometido con la educación en España. Para intentar un gran pacto o un buen acuerdo –las palabras son lo de menos- en el asunto más importante de cualquier estado. Para escuchar a todos los que tuvieran algo que aportar, pensando en las próximas generaciones más que en las próximas elecciones.
La educación es la clave del bienestar y el progreso. Reduce la pobreza y la desigualdad. Mejora la salud y promueve la libertad. Por mucho que el mito del “buen salvaje” resulte atractivo en algunos aspectos, es más fácil ser feliz y “bueno” si ha se ha recibido una buena educación.
También es la mejor inversión que puede hacerse, aunque las ventajas no se reconozcan hasta muchos años más tarde. Igual que las consecuencias de no haberse preocupado demasiado de ella. El fracasado modelo productivo de España y las negativas “peculiaridades” de nuestro mercado laboral, están muy relacionados con un fracaso escolar y universitario muy por encima de la media de la OCDE. Un 30% de los alumnos españoles no acaban la ESO, abandonan la universidad antes de terminar la carrera o la terminan más de 2 años después de lo previsto. Nos gastamos menos de la media europea en Educación y encima se nos va el presupuesto en gente que no lo aprovecha. Tenemos más horas de clase que ninguno, pero nuestros escolares están en los últimos puestos del informe Pisa. Un problema de eficiencia. Y también de reconocimiento social: en España la diferencia salarial entre los titulados superiores o universitarios y los que no lo son, es también la menor de los países occidentales. Por no hablar del papel del espacio público y los medios de comunicación españoles en la transmisión de modelos, principios morales, manejo del lenguaje….
Estas son las cuestiones sin cuya solución el futuro es incierto. Las batallas por el idioma y la Educación para la Ciudadanía son cuestiones menores que no deben ser un escollo para alcanzar acuerdos en lo importante. Gabilondo lo sabe y por eso ha evitado los mensajes grandilocuentes y los estériles enfrentamientos ideológicos que han cubierto de humo, en las últimas décadas, la dura realidad.
Por eso sus 148 medidas parten de la necesidad de recuperar los valores de la exigencia, el mérito, el esfuerzo y el trabajo. Recogen la idea de que la calidad de la enseñanza mejora si los profesores están mejor pagados y el número de alumnos por clase disminuye. Apuestan por una Formación Profesional de mayor calidad y oferta más diversa. E incluyen el imprescindible incremento presupuestario: una memoria económica de 1500 millones de euros para los próximos 3 años, unida al Acuerdo.
“Si alguien viniera a hablarme bien de alguien, al menos una vez al día, no sólo le daría la bienvenida sino también un abrazo”. Eso dice el filósofo Gabilondo en su último libro. Bien merece todo el crédito de sus interlocutores. Esperemos que la inmisericorde política de estos tiempos esté a su altura. Necesitamos a los que más saben.