sábado, 13 de noviembre de 2010

Brasil

Los países jóvenes son como la gente joven. Están llenos de vida. La tienen toda por delante. Sin el freno de historias pasadas que condicionen sus pasos.
En las calles de las ciudades y los pueblos de Brasil, cuando uno se para y observa a su alrededor, apenas hay viejos. Niños y jóvenes llenan el escenario. Todo es dinamismo y vigor. Negros, mulatos, blancos, asiáticos, con traje y corbata, con bermudas y “rastas”… conviven con naturalidad en permanentes y cambiantes mosaicos. El respeto no necesita reivindicarse en la gran diversidad de un país cuyas raíces nacen de la confluencia de razas. Indígenas precolombinos, portugueses, esclavos africanos, exiliados europeos de las guerras mundiales, gentes llegadas de todos los lugares del mundo en busca de riqueza y fortuna… han poblado y pueblan los grandes espacios de este enorme estado federal dotado por la naturaleza como ninguno.
Stefan Zweig, el gran visionario del primer tercio del siglo XX, ya escribió “Brasil, país del futuro” en el año 1941, durante su exilio de la barbarie nazi. Y en Brasil se quedó hasta su muerte, disfrutando de un lugar donde el racismo, los nacionalismos agresivos y la lucha de clases no existían. En el paraíso tropical de los hombres cordiales.
Y así sigue siendo. Brasil es un lugar de cordialidad espontánea. Con grandes bolsas de delincuencia, violencia y pobreza, pero donde el devenir cotidiano no entiende de apariencias, creencias o procedencias. En Brasil se vive y se deja vivir. Nadie mira al otro con desprecio ni prejuicios. Tenga la pinta que tenga. La vida fluye cordialmente, con la fuerza de la capoeira africana, la delicadeza de la bossa nova y la inagotable energía de los niños jugando al fútbol en cualquier rincón. Por eso Brasil me recuerda a los jóvenes. De ellos, los mayores europeos –ahora venidos a menos- decimos que les falta disciplina, principios, trabajo… Pero no es así. Los jóvenes y los países emergentes tienen sus propios valores, sus ritmos propios, otro lenguaje -distinto al nuestro: ni peor ni mejor- y una gran capacidad de adaptación a un mundo inevitablemente global. El futuro es suyo y a los demás nos toca aprender de su vitalidad y adaptar nuestra veterana osamenta a los nuevos tiempos.
Hace pocos días, Dilma Rousseff ganó las elecciones. Lo hizo con la ciudadanía más confiada y contenta con su situación económica del mundo. Un 77% de los brasileños cree que su país es ya, o lo será pronto, una de las potencias mundiales. Y esto a pesar de que la mitad de ellos vive con menos de 500 euros al mes, de que la desigualdad allí sigue siendo obscena, de que la corrupción todavía es una lacra tan arraigada como la música o el fútbol... Y de las inmensas favelas que constituyen pequeños y violentos estados con leyes propias y mafias todopoderosas.
En el actual Brasil se demuestra que la esperanza fundada en un futuro mejor es más fuerte que la dura realidad. Y que permite seguir avanzando si los gobernantes piensan más en sus pueblos que en sus condicionantes políticos o ideológicos. Como Lula, que dejando de lado alguno de sus principios, consiguió mantener baja la endémica inflación del país, pagar la deuda externa que les asfixiaba y crear un fuerte mercado interno, germen de una emergente clase media. Todo ello sin olvidar la lucha contra la pobreza y el analfabetismo, a través de las Bolsas de Familia que condicionan las ayudas económicas a la asistencia de los niños al colegio.
Brasil, antiguo destino de “garimpeiros” y “bandeirantes”. Ahora, uno de los espacios más atractivos del planeta para los jóvenes que buscan su lugar en el mundo.

5 comentarios:

  1. Saravá Chechu.

    Poeta
    Meu poeta camarada
    Poeta da pesada
    Do pagode e do perdão
    Perdoa essa canção improvisada
    Em tua inspiração
    De todo o coração
    Da moça e do violão
    Do fundo

    Poeta
    Poetinha vagabundo
    Quem dera todo mundo
    Fosse assim feito você
    Que a vida não gosta de esperar
    A vida é pra valer
    A vida é pra levar
    Chechu, velho, saravá

    Reinterpretación un poco libre de "Samba pra Vinicius"

    No te pierdas este vídeo do branco mais preto do Brasil (el blanco más negro del Brasil)
    http://www.youtube.com/watch?v=qVCL00o-a2I

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  2. Un placer volver a leerte amigo. Y sobre todo escuchar y leer esa samba. Estuve en Ipanema, junto al bar que Vinicius y Tom Jobin llenaron de bosa nova, escuchando al Grupo Semente y a Teresa Cristina, fusionando de nuevo el jazz y la samba. De otra forma. Me acordé de algunos de vosotros.
    Saravá JABG. Como sabes esa cordial palabra de buenaventura y buenos deseos viene de Africa. Brasil es Africa reconstruida, reinventada para delicia del mundo.

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  3. ¡Snif!¡Snif!

    La primera vez que escuché el "saravá" fue en el año 83 en la parodia de Les Luthiers "La Bossa Nostra" y en el 84 me descubrieron a Vinicius, con la grabación del doble en La Fusa. A partir de ahí llegaron Joao Gilberto, Gilberto Gil, Cazuza, Toninho Horta, Djavan y unos cuantos más. Hay una onomatopeya para el lloro nostálgico (¡snif!¡snif!)que me produce estos recuerdos, pero no la hay para la envidia (se supone que sana) que me da la parte musical de tu viaje.

    La Bossa Nostra: http://youtu.be/Qw39_5kuTUU

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  4. Un buen análisis amable y biempensante de un país tan complejo que resulta muy difícil de analizar. De acuerdo en bastantes cosas y en desacuerdo con otras. Especialmente en la que se refiere a la igualdad de oportunidades sea cual sea tu raza o condición social. Aquí, son tan abrumadores los niveles de pobreza y desigualdad que me parece imposible no pensar sobre el país y su futuro desde ese prisma. Lo dicho, me parece un buen analísis desde el punto de vista internacional o digamos, geopolítico, pero deja de lado parte de la realidad brasilenha.

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  5. De acuerdo contigo bahiano, pero, si de alguien ha de ser el momento de las oportunidades es de los países emergentes (BRIC) y no de la vieja, maltratada y agonizante Europa. Es normal que veamos con esperanza Brasil, ni que sea sólo, por la apasionante pirámide poblacional!

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