lunes, 12 de agosto de 2013

La utopía y la felicidad

Hace tiempo que escribí este post. Era primavera y casi nada iba bien a mi alrededor, cuando un sol tibio de sábado por la mañana, la presencia de Yolanda a mi lado y la música de jazz nacida en el barrio, sonando sin avisar en la plaza de Sant Andreu, me hicieron feliz. Durante un rato que no puede medirse en unidades de tiempo. Como siempre que lo he sido y me he dado cuenta.


Aún con el sonido de la voz llena de colores de Andrea Moti y el ritmo marcado por su profesor Joan Chamorro presentes en la memoria, os contaré que el antropólogo francés Marc Augé estuvo hace unos meses en España presentando su nuevo libro: "Futuro". Para los que no le conozcáis, es el inventor de los "no lugares": espacios impersonales, globalizados, aculturales, aeropuertos, supermercados, tiendas de Zara, redes sociales... Neutros y asépticos, replicables en cualquier otro ámbito sin cambiar casi nada. Marc Augé es el autor que mejor caracteriza en sus textos la líquida postmodernidad. Un estudioso, antes de entrar en los asuntos contemporáneos, de las tribus africanas primitivas y su comportamiento social. Quizás por ese tipo de conocimiento básico previo, su mirada al convulso mundo actual es especialmente lúcida e incisiva.
En esa misma primavera tuve la ocasión de escucharle en una conferencia en Madrid. Habló de las utopías del siglo XIX que fracasaron en el XX, derrotadas por otra utopía, la liberal, que hoy se cae también ante nuestros ojos, llevándose por delante sus pilares fundamentales: la democracia representativa y el mercado como fuente de oportunidades para todos. La economía y la tecnología ya hace años que trascienden al sufragio y su poder redistributivo. Ambas se han hecho globales, mientras la política y la estructura de las sociedades occidentales siguen ancladas en los viejos paradigmas. 
Por eso, entre otras cosas, en el mundo aumenta la desigualdad día a día y la pirámide social se desplaza a los extremos, difuminándose en el centro. En el nivel superior están los poderosos de siempre y otros nuevos (las figuras de éxito, las élites extractivas, los propietarios de las nuevas tecnologías...). En el nivel central estamos las hasta ahora llamadas clases medias, cuya única función es consumir: "tenemos el deber de consumir porque el consumo es el motor del sistema". Y si la capacidad de consumir disminuye, tal como está ocurriendo sobre todo en los países del sur de Europa, muchos caen sin freno ni remedio al nivel más bajo, al de los excluidos. Aquellos que nunca alcanzaran ni la riqueza ni el conocimiento, porque ya no son necesarios en el nuevo orden. Al menos, mientras los que todavía pueden consumir sean suficientes para mantener el engranaje global.
Estamos por tanto, no en una crisis económica más, sino en la crisis irreversible del modelo social occidental. Y que como siempre ha ocurrido, piensa Augé, éste acabará de forma violenta. En fin, que contrariamente a lo afirmado por Fukuyama, la Historia no ha terminado. ¿Llegarán nuevas utopías? No se vislumbran. Y si no llegan... ¿cuál será el camino?, le preguntaron. Esa fue la parte más interesante de la disertación. El antropólogo afirmó que, a día de hoy, a falta de otro cabo al que agarrarse, deberíamos volver a confiar en la ciencia y el método. "La ciencia trabaja a partir de hipótesis. Cuando no funcionan bien, las cambia sin miedo, al contrario de lo que ocurre en la política. Si hay un buen futuro posible es a partir de esa actitud científica perpetuamente revisionista -opuesta a lo ideológico- y al tiempo fiel a principios básicos como los derechos humanos, la educación y la pulsión de igualdad". Desde mi personal punto de vista, este discurso es el más progresista de los que he oído últimamente. Frente al tufo conservador de todos las propuestas que nos llegan desde la izquierda. Porque la derecha nunca necesitó proponer utopías. Lo suyo es otra cosa.

La cuestión es que hace ya unos meses, en un paseo por Logroño, caí en la cuenta - a buenas horas mangas verdes, dirán ustedes- de que ese mundo que soñábamos cambiar de jóvenes, no sólo no lo hemos cambiado después de tanto darle durante toda a una vida al pico -al de la palabra y al de la pala-, sino que vamos a dejarlo "como unos zorros". Vaya, que Rousseau, Marx y compañía estaban equivocados y el hombre era en realidad un lobo y no un cordero oprimido por la injusticia social. Dolorosa reflexión a la que ya iba resignándome -apoyado en el trabajo gustoso, los buenos vinos y los mejores amigos-, hasta que en esa mañana de Abril se me apareció de nuevo la esperanza en la zarza musical de Sant Andreu. ¡Siempre me hace lo mismo, la tiene tomada conmigo, no hay forma de que me deje tranquilo! ¡Cómo no confiar de nuevo en el ser humano después de pasear por un barrio en el que los vecinos se saludan por su nombre, ayudan a las ancianas a llevar el carro de la compra, charlan al sol mientras disfrutan de una Estrella Dam bien fría y un "jamón con tumaca" de aperitivo, han recuperado los edificios de la vieja fábrica de Fabra y Coast para uso gratuito de artistas, jubilados y asociaciones sin animo de lucro...! ¡Cómo no confiar de nuevo en el ser humano, por muy ruin que realmente sea, después de presenciar en la reciclada vieja nave principal de la que fue la mayor industria textil de Cataluña, el debate en una convención de discapacitados, sobre las mil y una formas de disfrutar gozosamente del sexo pese a las limitaciones físicas! ¡Y de llegar a la plaza, llena de bolsas de arroz, de galletas, de aceite..,. donados por los ciudadanos al Banco de Alimentos para ayudar a los que peor lo están pasando, y escuchar allí, sobre el quiosco municipal, el dulce sonido de la banda de Joan Chamorro y Andrea Motis, criados y formados en la escuela musical del barrio, con la gente escuchando en silencio: los niños en primera fila, los viejos en los bancos y los demás... de pie disfrutando de la caña y el tibio sol de la primavera! Sin fronteras, sin senyeras, sin rojos ni gualdas, sin exclusiones ni discusiones vacías. Civilización, civilización... ¿por qué quieres abandonarnos?

http://www.youtube.com/watch?v=iqKCCRLto6Q Para los que no los conozcáis: No More Blues. ¡Merece la pena!



6 comentarios:

  1. Feliciana Maturana14 de agosto de 2013, 14:22

    Se crea o no se crea, fuera de todo contexto religioso porque eso es otra cosa, estos son los verdaderos milagros: Un soplo de aire frío, un cazo de agua fresca después de sentirse vacío y quemado en las interminables arenas del desierto que parecen no tener fin, que parecen tenernos atrapados ya en la desesperanza y en la perdición. A veces, algunas veces, la vida nos agasaja con este tipo de milagros que son los que nos vuelven a dar la vida. Y a continuar el camino de la lucha por las utopías, motor de todos los cambios.

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  2. Ya no creo casi nada en las utopías ni en las revoluciones. Casi siempre acaban creando un estado más poderoso que al que derrocan. La Revolución Rusa acabó en una dictadura brutal, la represión del proletariado y el gulag. La francesa en el estado napoleónico. El Gran Salto Adelante de Mao silencia a la crítica y obliga a la población a vivir en las comunas agrícolas, provocando la muerte de millones de personas, por no hablar de los Jemeres Rojos en Kampuchea, la revolución campesina que terminó sumiendo a Camboya en el caos. Las instituciones democráticas no van mucho mejor, en realidad apenas existe ahora aplastadas por los intereses puramente económicos. El Leviatán, decía Hobbes, se ha creado para domesticar al pueblo y, en eso estamos. Cada vez más domesticados.

    ML

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  3. En estos tiempos de mediocridad, cuando alguien tiene la suerte de empaparse de semejante Belleza (la ética es hermosa) como la de ese barrio, ha de contarlo como lo hace Chechu: "[...] una mañana de abril se me apareció de nuevo la esperanza [...]"
    Como en los mejores relatos fundadores, seguro que todo empezó en un sueño que se llegó a convertir en un ejercicio real de solidaridad y ejemplaridad. Por eso, démosle cobijo a cualquier sueño aunque hayamos padecido intemperies y desilusiones.
    Mil primaveras más. ¡Vivan las utopías!


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  4. “Sin fronteras, sin senyeras, sin rojos ni gualdas, sin exclusiones ni discusiones vacías”. Chechu nos habla del paraíso celestial, aspiración última y trascendental de todo buen cristiano. Pero, claro, la vida en la Tierra es otra cosa y la condición humana es como es, y los sueños de algunos, cuando se llevan a la realidad, suelen acabar en tenebrosas pesadillas para muchos.

    El balance histórico de las utopías, que tanto entusiasman a Chechu y algunos de los que aquí escriben, se cuenta en millones de muertos, opresión y miseria generalizada. Nuestro sistema social y político esta basado, con más o menos correcciones, en el capitalismo y no se vislumbra otra alternativa mejor. Así que a cuidarlo.

    No obstante, esta nueva reflexión de Chechu, me ha recordado las enseñanzas recibidas, en la catequesis, en mis años de la infancia. Bonito.

    Rokudan

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  5. Ya se sabe que hay muchas personas que piensan que las utopías son por naturaleza irrealizables; que son un bonito ideal que está fuera del horizonte de las posibilidades humanas. Sin embargo, la historia de la humanidad nos dice lo contrario. Si miramos muchos años atrás, incluso no tantos, no podemos por menos que admitir los grandes cambios y progresos en todos los ámbitos.
    Nuestros logros, han sido, sin duda,aspiraciones de generaciones de personas que creían que eran inalcanzables; tantas cosas que habían soñado durante mucho tiempo han resultado reales: "utopías" realizadas.
    ¿Acaso no es cierto que muchas realidades, de las que disfrutamos hoy, eran pura utopía "irrealizable" para nuestros antepasados? Unos cuantos ejemplos: legislaciones con derechos laborales al paro, jubilación, vacaciones; se alcanzó la democracia; se consiguió la educación y sanidad universales; igualdad de género (es cierto que todavía con muchas sombras, pero las mujeres han dejado de ser invisibles); se ha llegado a la luna etc., etc.
    Muchos de los logros conseguidos, que han costado destierros, despidos, violencia de todo tipo, incluso la vida de quienes luchaban por alcanzarlos, están siendo hoy cercenados por aquell@s cuyo único sueño es conseguir el poder y el dinero (en cantidades obscenas), y serán de nuevo utopías para nuestros nietos.
    ¡Vivan as UTOPÍAS! ¡¡¡Abaixo os AGOIREIROS!!!
    (Rokudan, eso dos cristiáns e a catequese paréceme mesturar as churras coas merinas, con perdón)

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  6. Saludos, amigos. Como volver a las utopías con los pies en el suelo. Si el concepto de utopía lo permite. Un buen ejemplo: David Roth, impulsor en Suiza de una iniciativa 1:12 para reducir la brecha salarial, que quiere llevar a referendum aprovechando la hondura democrática de su país. Su propuesta, que suscribo plenamente, es que nadie en una empresa pueda ganar en 1 mes lo que otro gana en 1 año.
    http://economia.elpais.com/economia/2013/08/18/actualidad/1376857473_822841.html

    Gracias Rokudan, sobre todo por la comparación que haces del post con las catequesis. Algo que entiendo es positivo ya que se bien lo que ahora valoras las enseñanzas de la santa Madre Iglesia con la convicción de los conversos. En lo de cuidar el capitalismo perdona que discrepe. Y en lo de los millones de muertos, muchos de ellos más bien han sido asesinados por quienes sólo defendían sus privilegios. De alguna forma las utopías, con su cara y su cruz, nos sacaron de la oscuridad del medievo. Aunque ahora, algunos queramos y nos merezcamos pensar más en la felicidad que en nuevas utopías. Les toca a otros hacerlo. Los veteranos estaremos sólo para ayudar... si nos convencen.

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