lunes, 10 de marzo de 2014

Madrid: 11M. El recuerdo de esos días en un artículo publicado en La Región hace casi 10 años.



Desde la perspectiva que da el paso de apenas unas semanas, parece claro que no se ha valorado suficiente la respuesta del pueblo madrileño a la masacre del 11M. Es de justicia recordar por mucho tiempo su ejemplo de valor, dignidad y sobre todo, su inequívoca apuesta por la paz. 
El golpe fue terrible, inesperado, seco, cruel, intolerable. Como para tumbar al más valiente. Pero Madrid se levantó en el acto, arrancó sus heridos y sus muertos de los retorcidos hierros de la muerte y continuó el camino de todos los días. En los barrios afectados, los ciudadanos con el corazón sobrecogido cubrieron con mantas los cadáveres. La policía, el personal sanitario, los taxistas, el ayuntamiento, los bomberos... demostraron un nivel de rapidez, entrega y eficacia superiores a lo humanamente esperable. Todo se hizo sin aspavientos, sin alharacas. En un solemne silencio como el único signo del tremendo dolor que sentía una ciudad habitualmente bulliciosa. En el orden emocionante de las colas de donantes de sangre. Nada como ellas para llegar a las entrañas de los asesinos, si es que las tienen, y condenarles a una muerte en vida hasta el fin de los siglos. No hubo gestos de histeria. Las televisiones de todo el mundo fueron testigos de familias destrozadas por el brutal zarpazo de la nueva bestia que alejaban de las cámaras sus lágrimas en un duelo íntimo, pudoroso y contenido. 
¡Madrid, que bien soportas los bombardeos…!, cantaban los milicianos que defendían la capital frente al asedio franquista. Madrid siempre fue una ciudad fuerte, generosa, resistente, desde aquel 2 de Mayo de 1808 en el que con su fiera rebelión frente a los invasores franceses, se ganó la fama de indomable. 
Los de provincias, como dicen los madrileños, la sentimos a veces orgullosa, dura, insolente, hasta prepotente. Pero también abierta, acogedora, un lugar en el que nadie es forastero, al que llegan cada día gentes del norte, del sur, de América, de África... para forjar una urbe mestiza, vitalista, compleja, alegre y divertida como pocas. Una metrópoli ecléctica, personal y a la vez abierta a la modernidad. Con las raíces, visibles y diversas, a flor del suelo: una gran villa o una villa grande, como prefieran. 
Hubiera sido normal después de la horrible tragedia, que la paranoia, el pánico, la xenofobia se infiltraran en el alma de los madrileños. Nada más comprensible que el odio tras la matanza. Sin embargo no fue así en ningún momento. En ello, sobre todo, estriba la grandeza de la respuesta de Madrid a la barbarie. Siguió siendo la misma desde el segundo después del atentado. No asomó la venganza. Nadie cambio el paso. Los trenes donde pisó la muerte escondida en bolsas azules, se llenaron al día siguiente de trabajadores, de estudiantes. De gentes que ni perdonan ni olvidan, pero no miran al marroquí que se encuentran con resentimiento. De gentes que con los asesinos aún sueltos y las heridas abiertas, siguen adelante sin miedo. Sabiendo que esa es la mejor respuesta al terror. 
Alguien dijo estos días, equivocándose como de costumbre, que estamos en guerra y debemos prepararnos desde la guerra para responder al reto terrorista islámico. Madrid, y toda España con ella, han contestado enarbolando la bandera de la paz. Sólo con ella estaremos seguros. Sólo desde la paz este siglo en el que, como dice Kofi Anan, hemos entrado “bajo puertas de fuego”, puede tener un futuro de justicia, concordia y progreso. Madrid tiene que ser el comienzo. De momento, la Constitución Europea va a ser firmada en la capital española como homenaje a las victimas. En su recuerdo todos debemos ser, por mucho tiempo, madrileños.  

5 comentarios:

  1. Diez años después, el Torquemada vilalbés (¡qué orgullo para Galicia!) pronunció en su homilía las mayores barbaridades sin el más mínimo pudor, y al más burdo estilo de Losantos y los de su ralea radiofónica y televisiva. La derecha nacionalcatolicista encantada de que alguien, tan próximo a ella, diga lo que ella piensa, como lo ha demostrado estos días con sus evasivas, titubeos y "callada por respuesta" a las preguntas y comentarios de algunos pariodistas.

    ResponderEliminar
  2. Chechu titulaba su último post: Comulgar con ruedas de molino. Nada mejor que este título para hablar de religión. Esta sigue cumpliendo su papel a la perfección: ENgañar a los que necesitan ser engañados. Darwin, Newton, Meslier...son minucias comparadas con la virgen, la trasmigración, o la trinidad. En la seccion de engaños hay para todos los gustos y niveles intelectuales: Milagros para la plebe y metafísica lacaniana para los más exigentes. Parece que el mundo es frío y poco confortable para los creyentes sin la existencia de una vida eterna, los viejos jesuítas sabían mucho de la naturaleza humana y de lo que es capaz de creer un individuo antes de atreverse a saber y conocer. Como si el nacer, vivir y morir no constituyera por sí solo el más hermoso de los milagros.

    Marisa

    ResponderEliminar
  3. Este artículo de Chechu, publicado hace diez años, es un canto al buenísmo suicida pero nada tiene que ver con la realidad de esos aciagos días. La realidad fue que, en contraste con el comportamiento decente de mucha gente ayudando, llorando y maldiciendo a los terroristas asesinos, el PSOE, los comunistas y la extrema izquierda, aprovecharon la tragedia (como en ellos es habitual) para montar una abyecta campaña de agitación y propaganda, superando con creces el anterior aquelarre organizado por el accidente del Prestige.

    En flagrante delito electoral -por ser víspera de votación-, Rubalcaba se dirigía, en el mejor estilo leninista, a la población para cambiar el sentido del voto. Las huestes de la izquierda, arrastrando a no pocos tontos útiles del buenismo, cercaban las sedes del Partido Popular, insultando y agrediendo a sus asustados militantes. El gobierno, preso de sus complejos, no fue capaz de hacer frente a la situación con la energía adecuada y tampoco se atrevió suspender las elecciones. Vimos a Rajoy pasmado, indeciso y aterrorizado.

    Gran parte de la población se dejo llevar por la demagogia y el previsible resultado electoral cambió. En el pecado iba la penitencia, pues accedió al poder el inepto Zapatero, sin duda el peor gobernante que tuvo España desde Pi i Margall en la desastrosa Primera República. Las consecuencias están a la vista: la ruina y el desguace de la España actual.


    Rokudan

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nada nuevo en su comentario, Rokudan. Es el archiutilizado por la derechona gobernante hasta la saciedad, así que no aporta absolutamente nada.
      Sólo añadir que los adjetivos "pasmado", "indeciso" y "aterrorizado" son inherentes a Rajoy cuando no está arropado por sus palmeros y palmeras; cuando "solo ante el peligro" debe enfrentarse, por ejemplo, a los periodistas. Son aplicados a ese personaje epítetos propios.

      Eliminar
  4. No se en que ciudad y/o pueblo estaba Rokudan las vísperas del 11 M de hace 10 años, pero en Ourense yo no vi ninguna agesión a militantes de la derecha, por contra, yo misma fui increpada por una ciudadana de muy buena famila, cuando en la manifestación de repulsa, una amiga y yo nos preguntábamos sobre los autores de la masacre y ella escuchaba la conversación.
    Tener visión de corto alcance es lo que tiene.

    ResponderEliminar