lunes, 6 de septiembre de 2010

La leal oposición

Este concepto fundacional, nacido en los albores de la democracia en el Reino Unido, es el equivalente en español de Her Majesty's Loyal Opposition. Ya por aquel entonces, la lealtad se consideró un elemento indispensable en el juego democrático de la oposición. También en el siglo XIX, en la ciudad de Filadelfia, un grupo de ciudadanos contrarios al gobierno municipal, definió así lo que entendía como su papel: “nuestra misión es ofrecer alternativas, opiniones y soluciones a los problemas que nos afectan, fomentar foros para el libre flujo de ideas y el desarrollo de políticas que avancen en el objetivo de garantizar un mundo mejor, un gobierno más eficiente y menos corrupto que responda a las necesidades de la ciudadanía a través de una vigorosa oposición, leal con el statu quo y, al tiempo, de utilidad pública”.
Tras este recuerdo histórico de las bases de la democracia, volvamos a la España actual y reparemos, por ejemplo, en algunas de las frases pronunciadas estos días por la oposición al hilo de la liberación de los cooperantes secuestrados en África. Como la de Gustavo de Arístegui, portavoz de Exteriores del PP: “el gobierno español alienta y financia la industria del secuestro y el crimen; es una rendición del estado de derecho”. No hace muchos meses, Soraya Sáenz de Santamaría presentó de forma parecida el final del caso “Alakrana” resuelto con la vuelta a casa de los pescadores retenidos. Cualquiera podría cabalmente preguntarles: ¿y ustedes qué hubieran hecho?, ¿permitir que los asesinaran?, ¿enviar una expedición militar para su rescate? Sin respuestas claras a estas claras preguntas, esas manifestaciones y la utilización partidista de estos temas no son compatibles con la obligada lealtad de la oposición. Y ese tipo de actitudes debería tener consecuencias.
También hace poco, concretamente el día en el que Jose María Aznar se presentaba, con el ardor guerrero que le caracteriza, en la frontera de Melilla para “suplir la ausencia" de un gobierno que en ese mismo momento estaba intentando resolver, a través de la diplomacia, el conflicto fronterizo con Marruecos de todos los agostos, encontré en Internet un artículo que hablaba del “aikido” y la democracia. Me pareció sugestivo y pertinente, por eso lo traigo a colación. El aikido es un arte marcial japonés que aprovecha el movimiento del atacante para conseguir una defensa armónica, inteligente y exenta de riesgos. El “aikidoka” no necesita tener gran fuerza física, ya que su técnica le permite reconducir la energía y el impulso de su oponente para ganar el combate.
Pues bien, el artículo en cuestión comparaba el reparto de papeles durante el entrenamiento del aikido y las acciones que deben realizar los miembros de la leal oposición en democracia, enfatizando la importancia del conjunto de reglas no escritas que orientan y protegen a los participantes en los duelos, permitiendo entre ellos una tensión rica y creativa. Nada más distinto, diría yo, a lo que día a día presenciamos en la vida política de nuestro país. ¿A alguien se le ocurre algo más burdo que el espectáculo de las raices valencianas a las que quieren aferrarse Camps, Fabra y el abundante tropel de cadaveres politicos en aquella comunidad? ¿O algo más patético que mantenerlos en el poder para que, imitando al Mío Cid en la batalla de Valencia, ganen las elecciones después de muertos? Con independencia de los avatares judiciales que se produzcan, ese estilo de gobernar, ese “modus operandi” en los asuntos públicos, el populismo casposo y ramplón de aquel “cortijo político”, merecen que una oposición leal consigo misma termine cuanto antes con el esperpento que cada día desprestigia más a quién lo sostiene.
En democracia, tan necesaria es una leal oposición como un buen gobierno. A ambos por igual deben juzgar los ciudadanos. Seguro que lo harán en su momento.
Para los que leyeron el artículo el viernes pasado en La Región, disculpas por el gazapo de la redacción al entremezclar en inglés el texto de los ciudadanos de Filadelfia, dificultando la comprensión del mismo.

2 comentarios:

  1. Me has atacado mal. Tú debes atacarme así...

    http://www.youtube.com/watch?v=f04fsUjf4Nc

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  2. Muy bueno. Gracias por el buen rato. Pobre gobierno si interpreta así el aikido y aprovecha de esa forma el ataque de la oposición. Quedaría Rajoy para rato.

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