domingo, 20 de marzo de 2011

Conservar o transformar

Hubo tiempos –no demasiado lejanos- en que la política era el vehículo natural para cambiar el mundo. Para hacerlo más justo e igualitario. Para forjar países de ciudadanos libres, solidarios y razonablemente felices. La diferencia entre conservadores y progresistas era entonces nítida y clara.
Pero las cosas han cambiado. Ahora, la política en su conjunto se ha profesionalizado y se nos ha hecho repetitiva y conservadora. Miedosa y envejecida, como la vieja Europa. Gobierne la derecha o gobierne la izquierda. Con matices importantes, desde luego, pero que pasan desapercibidos en la vertiginosa vorágine de la postmodernidad. En la que el envoltorio importa mucho más que el contenido.
Ahora, los objetivos y los formatos de comunicación política son casi siempre conservadores. En los discursos prolifera la promesa, la victoria, el crecimiento económico, la confrontación, la descalificación del contrario, el argumentario, la venta del producto… Apenas se descubre en ellos la ilusión, la pedagogía, el afán de transformación, las convicciones, los valores… Ese es el motivo del desprestigio de la política que las encuestas muestran una y otra vez. En todos los paises del mundo rico.
Antes la política era joven. Ahora parece cosa de señores mayores que “rayan” sin parar, siempre con el mismo rollo. Este fin de semana tuve ocasión de escuchar en Ourense a Carmen Calvo, exministra de Cultura. Su discurso fue distinto, nuevo, valiente y sorprendente. No recordó los logros de su partido. No desgranó el habitual muestrario de promesas. No descalificó al oponente. Habló simplemente de la vida misma. De lo que hacemos y por qué lo hacemos. De si somos felices o esclavos de una dinámica que nos engulle y despersonaliza. De los demenciales horarios laborales que aún dominan en nuestro país. De recuperar el tiempo necesario para educar a nuestros hijos. De las razones por las que España es líder mundial en consumo de ansiolíticos y antidepresivos.
También afirmó que hablar de esos temas es hacer política para implicar a los ciudadanos en los asuntos que les conciernen, para proponer cambios sobre las cosas más cercanas, las que más nos importan. Las que podemos tocar o mirar. Ese debería ser el ámbito más importante donde desarrollar la política. Del día a día a la macroeconomía. No al revés.
Esta crisis económica, en la que todo es oscuro y brumoso, en la que la certeza de hoy es un tremendo fracaso del día siguiente, ha demostrado el escaso poder de la política sobre los grandes números. El dinero parece haber cobrado vida propia y trasciende a los gobernantes sean del color ideológico que sean. Los problemas son globales y sólo desde la globalidad pueden encararse. Poco parece influir en estos temas el voto a una u otra opción partidaria.
Por eso conviene recuperar el debate que reflexiona sobre el modelo de sociedad y cuestiona lo que parece incuestionable. ¿Cúales son nuestras prioridades: el crecimiento del poder adquisitivo o la calidad de vida? ¿El segundo coche o la conciliación de la vida laboral y familiar? ¿La apariencia o el conocimiento? ¿El espíritu crítico o el papanatismo de la masa? ¿Son casuales el proverbial éxito de la última versión de Torrente o la millonaria audiencia de Belén Esteban? ¿O que seamos uno de los paises con mayor consumo de drogas de nuestro entorno? ¿O que Berlusconi se vaya haciendo el dueño de la televisión en España? ¿O el bajo índice de lectura de nuestros jovenes? ¿O la creciente demanda de manipulaciones estéticas para cambiar la imagen corporal?
Todo esto también es política. La más importante, la que permite distinguir a los transformadores de los que no lo son. Más allá de las apariencias y las militancias.

5 comentarios:

  1. buena reflexión, sobre todo en vísperas de elecciones municipales y autonómicas, donde están las políticas más cercanas al ciudadano, las del día a día. Yo que trabajo en el Ayuntamiento de Logroño veo que hay políticos que quieren transformar las cosas y políticos que quieren aparentar que transforman las cosas. Todos, del psoe, del pp o del pr quieren hacer política de lucimiento y imagen, que se vea que hacemos cosas y ese hacer por hacer es un coñazo y además es un despilfarro, pero a favor del psoe puedo decir que hay una diferencia en cómo hacen las cosas. Su política es más participativa y más democrática, admitiendo y exponiéndose a las críticas.

    No obstante dices que habría que ir del día a día a la macroeconomía y no al revés y sin embargo la economía, lo condiciona todo, el hacer políticas de conciliación de la vida laboral y familiar por ejemplo depende muchísimo de la economía, macro y micro, hay que incluir la economía de un modo muy serio en la agenda de la izquierda, para que crear riqueza, algo necesario si luego se quiere redistribuir y para hacer políticas de izquierdas, no sea un valor de derechas.

    Yolanda Logroño

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  2. ¿Qué tal...

    conservar y transformar? De poder elegir prefiero copula...tivas a disyuntivas.

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  3. Yo tambien prefiero copula...tivas a disyun...tivas, pero a veces uno debe elegir. Y elegir es renunciar. Y contar/ reconocer a lo que se esta renunciando.

    Lo de crear riqueza, Yolanda, es la solución y al mismo tiempo el problema. Ojala alguien discurra como mantener la pulsión de crecimiento y riqueza -en si mismas con irremediable tendencia al infinito- sin convertirse a medio plazo en un conservador (y lo digo en el sentido más positivo de la palabra).

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  4. Creo que lo primero que hay que hacer es cambiar mentalidades, no ver el crear riqueza como algo malo, no me refiero una riqueza de tipo especulativo sino de tipo productivo. Para los que tenemos una ideología de izquierdas parece que hablar de riqueza nos produce sarpullido.

    Un amigo común nuestro, seguro que adivinas de quien se trata, me dijo un día que en España falta espíritu empresarial y que ser empresario ya de entrada tiene muy mala fama en según que ámbitos. Muchos de nosotros estudiamos teniendo como meta el Servicio Público. Eran los tiempos en que se estaba creando el "Estado social de derecho" (que bonito nombre, me gusta más que Estado del bienestar, que suena a aquí me las den todas que yo me toco la barriga) ese que es tan necesario preservar, y muchos de nosotros acabamos trabajando en la administración mientras él era el único raro que se dedicó a la empresa. Ahora creo que sigue habiendo en la izquierda un poco esa rémora.

    Sobre la necesidad de transformar. En los Servicios Sociales de Logroño tenemos en estos momentos 1.500 personas receptoras de IMI (ingreso mínimo de inserción) con ellos hay que hacer proyectos de inserción laboral mediante cursos de formación, capacitándoles para el autoempleo, economía social.. y ahí estamos devanándonos los sesos, a ver que nos inventamos que les haga realmente poder dejar de vivir del subsidio y el empleo sumergido, temporal y precario. Pero todos los sectores están en crisis, la hostelería, la limpieza, la dependencia, todo está decayendo.

    Cuando el otro día se reunió Zapatero con los grandes empresarios, un tertuliano de la SER comentó que es una pena que la "economía" está marcando la agenda política. Debería haber dicho que los "mercados" no deben marcar la agenda política, pero la economía debe estar dentro de la agenda política siempre. Lo que me habría gustado es que en esa reunión se hubiera tratado de políticas redistributivas de los grandes beneficios, de que esas cuentas de beneficios en vez de desviarse a fundaciones chorras, al menos una parte de ellas, vayan a la inversión en la propia empresa para la creación de puestos de trabajo, o a un fondo estatal de ayudas para la creación de autoempleo. Por ejemplo.

    Yolanda

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  5. Yolanda, seguro que tienes razón. A veces no se dónde estoy, ni lo que creo. Lo que hoy me parece claro, mañana está oscuro. Las teorías ya no me convencen. Sólo encuentro certidumbres en mi gente. Y en los desfavorecidos. Y en mi trabajo, que cada vez me gusta más.

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