martes, 8 de mayo de 2012

El casino que nos gobierna


Juan Hernández Vigueras es doctor en Derecho, murciano y ciudadano del mundo. También ourensano de adopción por mor de uno de los aspectos más brillantes de su curriculum: ese que él llama -en un galego entre cariñoso y divertido- "a miña muller". O sea nuestra querida amiga María Jesús. Autor de 5 libros sobre temas político-financieros (paraísos fiscales y mercados desregulados fundamentalmente), Juan fue, en los años ochenta, directivo y gestor en Madrid de grandes empresas como Dragados y la EMT, al tiempo que ejercía durante unos años de profesor universitario de postgrado. Ha publicado artículos en revistas emblemáticas como Cuadernos para el Dialogo, Cambio 16 y últimamente en el diario Público. Mantiene 3 blogs activos sobre estos temas y es miembro del Comité Científico de ATTAC–España.
Pero además de todo esto, Juan es un buen amigo que he conocido hace pocos años y con el que cada vez que tengo la oportunidad de pasar un rato aprendo mucho, de paraísos fiscales y finanzas y también de muchas otras cosas de la vida. Esa, ser su amigo, es la única explicación por la que  presenté en Ourense su último libro hace unas pocas semanas. Yo, un casi analfabeto en temas financieros hasta que las circunstancias me obligaron a leer sobre estos asuntos.

Y para aclarar las ideas sobre lo que nos está pasando, pocas lecturas son tan claras y razonadas como “El casino que nos gobierna”. Se trata de un texto sólido, con un claro afán pedagógico, extraordinariamente documentado, muy útil para obtener una visión no sólo del árbol político y económico más cercano, sino también del bosque global, la única manera de explicarse la enfermedad que padecemos.

Para los no expertos en estas materias, recomiendo leerlo despacio, sin prisa, nunca de un tirón como hacemos con las novelas, sino más bien por partes, confrontándolo con la empobrecedora uniformidad, simplista y llena de lugares comunes con la que los medios de comunicación, más globalizados y atrapados en las redes del pensamiento único de lo que parece, nos cuentan la actualidad. De esa forma, el libro se lee con facilidad, de forma amena, trufado como está de historias e historietas financieras que la mayoría desconocemos. Con él podemos aprender y consultar cuando se nos olvide -que se nos olvidará-, el concepto y el objeto de los hedge funds, los derivados, los CDS, los mercados de futuro, los swaps

Su razonado desarrollo no pretende adoctrinar ni condicionar con cataratas de datos la opinión del lector. Se trata de una descripción crítica de los hechos, cierto es con una tesis de fondo a estas alturas ya difícilmente refutable, que la economía productiva y las democracias (incluso las de los países más fuertes) están, en las últimas décadas, siendo relegadas por un nuevo imperio en la sombra: el poder financiero global desregulado.

Es un libro escrito desde la independencia y el rigor intelectual que aporta una mirada de lo cercano y de lo más lejano que, en general, se nos hurta a los ciudadanos que asistimos al derrumbe de lo que creímos consolidado y a la aparición de un nuevo orden tan distinto a ese mundo nuevo y justo en el que, una vez -espejismo de juventud interminable-, soñamos y creímos.

El libro me recuerda mucho a otra de las fuentes, en un formato como el cine al que estoy más habituado, que me ha servido para comprender esta inesperada pesadilla: “Inside job” el oscarizado documental de Charles Fergusson.

Otra lección magistral, como creo es “El casino que nos gobierna”, de dos autores que hace ya años sabían que esto iba a pasar, mientras los demás aún dormíamos entretenidos en pequeñas batallas caseras. Ambos (la película y el libro) dejan claros los métodos, objetivos, nombres y apellidos de las manos que mecen la cuna de la especulación financiera, la identidad de aquellos que consolidan el hambre y los esclavos del Sur y, ahora, llenan de parados y desesperanza a los “prósperos” países del Norte. Ambos (la película y el libro) señalan también a los cómplices necesarios, a los supuestos sabios que asesoran a los gobiernos y están untados hasta las cejas, los que controlan a los gobiernos desde dentro y permanecen en ellos sin inmutarse con los cambios de color político.
“Detrás de cada cínico (o simplemente incompetente) ejecutivo bancario o inversor hay un economista que le asegura (a él y a nosotros), desde una posición de autoridad intelectual indiscutida, que sus actos son útiles socialmente y que, en todo caso, no deben ser sometidos al escrutinio público.” Con esta cita de Tony Judt (1948-2010) en “Algo va mal”, comienza Juan Hernández su libro.

Para hacer más práctica su lectura, el texto se divide en tres partes diferenciadas. En la primera se pasa revista a los circuitos que emplea la industria especulativa global, a las potentes herramientas informáticas que a través de la Red permiten en segundos mover ingentes cantidades de dinero virtual, bajar y subir las bolsas en pocos minutos, atacar las primas de riesgo… Todo ello sin aportar valor añadido a nadie más que a los que se enriquecen de forma rápida y fácil sin necesidad, como así era hasta hace unas décadas, de arriesgar, proyectar o producir. En ésta, digamos sección, se detallan los sofisticados productos (derivados, etc…) que han modificado el tradicional objetivo de los bancos: el crédito a la economía productiva. Escondiendo detrás -tal cual sucedió en las hipotecas basura-, su uso para transferencias de riesgo, liquidez bursátil especulativa y obtención de dinero inmediato para los grandes fondos y también para los pequeños inversores. Algunos de ellos viven a nuestro lado, opacos, invisibles, pero tan responsables, a mi juicio, como Goldman Sachs y compañía. Ninguna cita tan reveladora como la del texto escrito en 2009 por el grupo de “Americanos por el cambio”: “Hace pocos años, Wall Street creó unas cosas que llamaban derivados. No era más que apuestas. Como en un casino. Apuestas sobre el precio del petróleo o sobre el valor de tu casa. Que subían y bajaban. Apostaban sobre el valor de las apuestas y sobre las apuestas de las apuestas. Construyeron un castillo de naipes que al final se derrumbó. Y su temeridad causó una catástrofe económica que costó sus puestos de trabajo a siete millones de americanos. Ahora los especuladores de derivados han vuelto de nuevo.”

En la segunda parte se habla de un aspecto aún menos conocido: la Expansión del dominio financiero en terrenos en los que nunca había entrado: alimentos (en los mercados de futuro condicionando la producción y los precios con las terribles consecuencias en forma de hambrunas que ello puede tener y ha tenido en algunos de los países más pobres de la Tierra),  materias primas, petróleo, armas…, incluso en la lucha contra el cambio climático.

Y en la tercera y última sección aparecen los Reguladores del Casino en la sombra… Permitidme que transcriba el párrafo que la inicia, extraído del "Informe final de la Comisión Investigadora del Congreso de EEUU sobre la crisis económica" publicado en Enero de 2011: “Los centinelas no estaban en sus puestos, en gran parte debido a la fe ampliamente aceptada en la naturaleza autocorrectiva de los mercados y en la capacidad de las entidades financieras para vigilarse a sí mismas con efectividad"
Lo que sigue ocurriendo a día de hoy y, con lo que entidades privadas como el Banco de Pagos de Basilea o el IASB han tomado el relevo de un control que no puede ser más que público y democrático. Y lo han hecho ante la dejación, el miedo y la derrota de las democracias, por lo campan a su aire imponiendo las nuevas reglas o, mejor aún, la ausencia de reglas.

Y quiero acabar este análisis personal del libro, destacando una metáfora que sobrevuela todas sus páginas: “Si tenemos un sistema aéreo internacional, con estrictas regulaciones, seguro y eficiente al servicio de los ciudadanos, ¿por qué no podemos tener un sistema financiero global regulado que sirva a la economía real y respete la soberanía y la democracia de los países?"

En la respuesta a esa pregunta, en la exigencia ciudadana de esa regulación, está la salvación de unos valores y un modelo que hacían posible soñar con un mundo mejor. En estos momentos en los que este país se envilece con un gobierno que roba unos tristes euros a los más desfavorecidos que para nada van a servir, creo que es momento de dejar de mirar inútilmente el dedo para señalar a la luna de ese casino que tan bien nos enseñas. Gracias Juan por este imprescindible libro.

6 comentarios:

  1. Muchas gracias nuestro bien querido amigo, mi muy querido amigo por incluirme y calificarme donde y como lo haces.
    Lo hago con retraso porque fuera de Ourense no me era fácil el acceso a tu blog, pero una vez que hemos vuelto... aquí husmeo.
    Besitos

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  2. Y el juego estrella de este casino es la ruleta... rusa.

    Advertencia: esta secuencia contiene escenas violentas.

    http://youtu.be/jjpuwiXwob0

    Los mercados: esos señores que se ríen y manejan el dinero.
    Los gobiernos y el pueblo: Robert de Niro y Cristopher Walken.

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  3. Y como reza la tercera ley de sir Arturo C. Clarke:
    "toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia".
    Pues eso, parece ser que para la mayoría de los mortales toda la economía que queda más alla del eurillo que se puede ver y tocar es magia. La diferencia es que Tamariz (el mago) te pide 20 euracos, te los hace desaparecer pero al final te los devuelve. La banca se queda en la etapa de "te los hace desaparecer".

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  4. Y ahí os dejo una cancioncilla de Paco Ibañez con unas buenas fotos:

    "Me lo decía mi abuelito"
    http://youtu.be/eel_z2Hfm7Q

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  5. Asunto: Caerse del guindo

    "Caerse del guindo" es, según la RAE, "caer en la cuenta o enterarse de algo obvio".

    Si el año 2007 usted hubiera invertido 1.000 € en Fortis, siguiendo los consejos del hoy ministro de economía Luis de Guindos, hoy tendría
    39 €.

    Si ese mismo año, y siguiendo otra vez los consejos del ministro, usted hubiera invertido 1.000 € en acciones del Royal Bank of Scotland, hoy tendría 29 €.

    Si en el año 2008 usted le hubiera comprado directamente a Luis de Guindos algunas de sus acciones de Lehman Brother por un importe de 1.000 €, hoy tendría 0 €.

    Y si en 2009 usted hubiera mantenido su confianza en el que fue un gran asesor financiero, e invertido 1.000 € en cuotas participativas de la CAM, de la que él era directivo, hoy tendría 0 €.

    Pero si en el 2007, en vez de confiar en los consejos de su asesor financiero, usted hubiera comprado vino, de la Rioja, de la Ribera del Duero, o simplemente un humilde Jumilla, y me refiero a comprar vino, no acciones de las bodegas, también por 1.000 € y luego se hubiera bebido ese vino, tranquilamente, hasta la última gota, hoy, con la venta de los envases vací­os tendría aproximadamente 69 €.

    Moraleja: tal y como están las cosas y dada la solvencia de los consejos del nuevo ministro del gobierno de España, más vale dedicarse a beber con moderación pero con alegría para intentar olvidar en manos de quien está ahora la economía del país.

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  6. A beber, a beber y apurar lo poco que nos queda para vernos obligados a jugar a la ruleta rusa: sacar el dinero del banco o no sacarlo.
    Me lo decía mi abuelito: no te fies ni de tu padre. ¡Y a ver cuando te caes del guindo, chaval!
    Gracias, JABG, por tu inyección de ideas, canciones, cine, citas... en estos momentos oscuros. Te seguimos esperando cada día.

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