sábado, 18 de enero de 2014

Más cine, por favor


"Nymphomaniac Vol 1" de Lars Von Trier. Para un incondicional de Lars como yo, sólo cabe calificarla de acto fallido y esperar, con escaso convencimiento, que el Volumen 2 justifique al menos en parte, el bodrio de su primera parte. Es incomprensible la propuesta del director, lo que pretende, lo que quiere transmitir. No es absoluto transgresora, es aburrida. No emociona ni conmueve. Sólo desazona por la perdida de tiempo en caminos sin rumbo. No es una aproximación a la ninifomanía, a las razones o a las sensaciones que llevan a una joven a follar con 10 hombres distintos cada día. Por momentos parece más bien un psicoanálisis (el padre bueno y desdichado, la madre fría y mala...) que se revuelve en la invencible soledad y en la incapacidad para amar y ser amado. Jugando gratuitamente con referencias "culturetas" y analogías imposibles que asocian el sexo y la seducción con la música de Bach, la pesca con mosca, Edgar Allan Poe o los números cabalísticos. El marco narrativo en el que encuadra el relato de la vida de la protagonista no puede ser más simple: una cama como diván psicoanalítico en el que la ninfómana reposa  mientras cuenta su avatar a un anciano sabio y comprensivo. Poco original para un artista rompedor como Lars. Un 3 sólo por escenas aisladas en las que la aparece la despiadada sátira de un director genial que se ha pasado de rosca esta vez.


"Inside Llewyn Davis" de Joel y Ethan Coen. Sencilla, inteligente y tierna. Con el sello de los geniales hermanos en la textura de las imágenes, en el humor ácido de los diálogos y las situaciones, en la manera de acercarse a sus personajes mezclando la intemperie exterior con la fortaleza moral como escudo invencible. En este caso sobre la figura de un joven perdedor que sabe perder con deportividad, quizás por la fuerza de la costumbre. Un cantautor coetáneo del gran Dylan, solitario como un gorrión que no le vende al alpiste su canción por muy desesperadas que se pongan las cosas. Rodeado por una depurada atmósfera del Village neoyorkino de los 60 en un interminable y crudo invierno nevado. Observado por un gato voyeur y burlón que ejecuta su particular road movie tal si fuera el propio director de la película. Brillantes las letras de las canciones, algunas tan sorprendentes y extemporáneas como la muerte de la reina Juana, utilizada además para intentar venderle su música -sin éxito, por supuesto- al boss de entonces de la música folk. Una muestra más de su permanente rebeldía. Magnífica la banda sonora en su conjunto y emocionante la voz del cantante. Una obra sin grandes pretensiones, quizás menor en su formato, pero una nueva demostarción de la esencia del cine de dos creadores en plenitud. Un 8.5.


"La vida de Adéle" de Abdellatif Kechiche. Es la historia del primer amor. No importa que en este caso sea homosexual. La película no es un alegato militante sobre el lesbianismo, ni siquiera una aproximación a la especificidad de esa forma de entender el amor. Va mucho más allá. Durante las tres intensas horas que el film dura, asistimos a la complejidad emocional del descubrimiento, a la plenitud del amor correspondido, al dolor inconsolable de la perdida... Es el recorrido vital de una adolescente que busca hasta ser una mujer que convive con la agridulce soledad del amor eterno, que por alguna razón es imposible. En el que para el espectador las sensaciones también llegan a ser físicas, en largas escenas sexuales que turban, pero en absoluto sobran. La boca de Adéle, su mirada, su risa, su llanto, como hilos conductores de sentimientos puros brotando en un primer amor absoluto, de los que marcan una vida. Buscar, encontrar, perderse, reencontrarse... La vida de una chica normal, en suma. Rodada con una sensibilidad especial, la de un tunecino que logra la entrega total de dos interpretes excepcionales. Y que consigue escenas como la del último encuentro en la cafetería, en las que el tiempo se alarga tanto en cada mirada que se siente en la butaca que lo observa. Brillante. Un 9 largo.

1 comentario:

  1. Cine, cine, cine,
    más cine por favor,
    que todo en la vida es cine
    y los sueños,
    cine son.

    “De cine” también se titula el artículo de Luis Ferrer i Balsebre en la Voz de Galicia de hoy (02/01/14) en su columna "El tonel de Diógenes"; así comienza:
    "Ver una película en el cine no es lo mismo que en casa. El cine exige una liturgia. Requiere oscuridad, grupo y silencio. La oscuridad apacigua, recoge y oculta. El grupo afianza y contagia las emociones: las caldea, las potencia y las comparte. Decía Pascal que para medir el grado de salud mental de un individuo, bastaba con ver si es capaz de permanecer media hora solo, sentado en una silla en silencio.”

    Elevo la calificación de la última de los Coen a un 10.

    Si vas a ver “La gran estafa americana” cuelga reseña. Para mí también es un 10: tiene historia, interpretación, música, montaje y da para que el magín trabaje. Y aún encima conseguí verla en un auténtico santuario: sala i-sense con aforo de 470 personas en la que solo estábamos cinco (sesión matiné por supuesto).

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