A día de hoy parece inevitable que el Estado Español deba
pedir alguna forma de rescate a la Unión Europea para financiar el agujero de
Bankia y los que están por llegar en las próximas semanas (Popular, etc…). Se
especula con que este rescate sea una inyección directa del Mecanismo Europeo
de Estabilidad a los bancos (mal menor que Alemania de entrada no acepta, pero que
podría venderse a través de una futura Unión Bancaria Europea) o que requiera -lo que parece más probable- la intermediación del Estado, lo que equivaldría a una intervención pura y dura
similar a las de Irlanda, Portugal y Grecia.
Un desastre menor o mayor que, en todo caso, hundirá aún más
-con las condiciones que nos exigirán para concederlo- nuestro bienestar, profundizará
en el adelgazamiento de la sanidad y la educación públicas, aumentará el paro y,
posiblemente, reducirá la cuantía de las pensiones, el subsidio de desempleo y
el sueldo de los funcionarios públicos.
No se trata, tampoco ahora, de buscar culpables. Algunos
venimos afirmando desde hace tiempo que se trata de un fracaso colectivo, tanto
de España como de Europa, con muy distintos grados de responsabilidad en los
diversos actores, por supuesto. Un fracaso de los valores sociales, en suma,
inmersos en el contexto de un sistema, el capitalista, que necesita el crecimiento
del consumo de forma permanente como motor inexcusable y, con ello, genera
desigualdades y crisis que saltan de unos países a otros. Eso sí, siempre con
los poderosos –ahora globalizados- siendo cada vez más poderosos. Y con los
pobres –no globalizables por definición- más o menos hundidos en su "porca miseria". Un
sistema cada vez más insostenible, sobre todo desde que la industria financiera
y especulativa ha tomado el poder, relegando a la economía productiva clásica a
un papel secundario. Necesitado, por tanto, de una reforma en profundidad –o sea
una revolución- para que la dignidad del ser humano no retroceda siglos en la
historia. Quizás para ello necesitemos, como decía Bertold Brecht, bajar a la
sima más honda para resurgir después con nuevas ideas y nuevos valores.
Pero dicho esto, las cosas en estos últimos meses no se han
podido hacer peor. Desde la llegada de Rajoy no ha habido más que desencuentros
con Bruselas, llamadas infructuosas a Merkel, decisiones como la corrección del
déficit en 2012 que a los pocos días deben corregirse, inoportunidades,
movimientos políticos mal diseñados, planes de ahorro que nada ahorrarán, ausencia
de liderazgo, sensación de impotencia… Con el diferencial de deuda por encima
de 500 puntos no se puede comparecer para decir que Bankia será nacionalizada,
pero no se sabe cómo se pagará. Una multitud de errores de cálculo y de discurso
en cadena, nunca reconocidos –los culpables siempre son otros- que nos han
empujado a la intervención.
Por no hablar del papelón de De Guindos. Dedicado a no se sabe
si “salvar al soldado Rato”, como ingeniosamente tituló su artículo hace unas semanas José Manuel Barreiro
Rivas, o más bien a bloquearlo para que no hable y cuente lo que tiene que
contar: que en las comunidades “bandera” del PP, lo que Gürtel apuntó, Bankia
lo ha confirmado. Un “modus operandi” propio en el que el partido, el poder
político y el dinero se acostaban juntos cada día. Y por evitar que esa
percepción se traslade con toda claridad a los ciudadanos, se han cometido demasiados
errores de decisión y comunicación tanto a nivel interno como con la UE, fruto de
una huida hacia delante con táctica de “tinta de calamar”, tan típica del PP. Una
burda estrategia que ha destruido la reputación del Banco de España,
imprescindible para la confianza en un país, y que ha acabado entregando al
sistema financiero español a dos consultoras externas de dudosa orientación e
independencia. Con lavado de manos y doble vara de medir incluidas: “no soy un ángel
vengador, dijo Guindos, cuando uno vuelve la vista atrás se vuelve una estatua
de sal”. ¿Y la herencia de ZP, dónde queda entonces?
¿Por qué, en vez de dar palos de ciego y mirar al exterior, no
se limitaron las ventas “en corto” en Bolsa sobre los valores bancarios
españoles, hasta que las cosas se aclararán? Se hizo de Bankia la peor gestión
posible, en palabras de alguien tan poco sospechoso de radicalidad izquierdista
como Mario Draghi.
Algunas cosas se han hecho bien, por supuesto. El programa de
financiación a las administraciones públicas para el pago a proveedores, es una
excelente decisión que se atribuye a Montoro. Pero, poco más. Lo que estaba mal
con ZP ha ido a peor y lo poco que aguantaba, ya se está cayendo. Sólo éramos
parte del problema –destacada ciertamente- pero todos estos fallos
imperdonables nos han concedido el papel de protagonista indiscutible de la
prensa económica y de los cenáculos financieros del mundo mundial. La
rocambolesca operación Bankia, aún sin explicar ni cuantificar siquiera a más
de 1 mes de su anuncio, ha sido la guinda (valga el juego de palabras) del
pastel que han manoseado torpemente los que, sólo con su presencia, iban a
resolver la crisis y devolver a España al lugar que nunca debió abandonar. De los que enarbolaban desde la oposición la varita
mágica del hada de la confianza. La bruja Merkel les ha salido rana. Para
desgracia de todos.
Por eso creo que si el rescate con nuevas condiciones de recortes
fiscales se confirma, Rajoy y su ministro de Economía deben irse. Para evitar
volver a la España de los cincuenta, necesitamos un nuevo Gobierno, con apoyo
de los partidos mayoritarios del Estado, compuesto por políticos competentes y por
técnicos con amplios conocimientos en la cartera ministerial que se les
encomiende.
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Adivinanza (imposible)
ResponderEliminar"No se trata, tampoco ahora, de buscar culpables"
Adivina adivinanza ¿cuál es la relación entre los nombres de la columna de la iquierda y los números de la columna de la derecha?
Rodrigo Rato 176-176
José Luis Olivas 176-167
María Dolores Amorós 176-617
José Luis Pego 176-671
Juan Pedro Hernández Moltó 176-761
… y más… 176-...
Indicio.
ResponderEliminarVerbo de la lengua española (primera conjugación) que coloquialmente designa la acción de pillar, atrapar, guardar algo con ánimo de apropiárselo.
Supongo que es robar, pero no entiendo que tiene que ver con el 1, el 7 y el 6. Y eso que me he puesto delante de la bola de cristal con un turbante en la cabeza, pero ni aún así.
ResponderEliminarAnimaros, blogueros. Adivinad, adivinad para no ser intervenidos.
De golfos, apandadores y trajes.
ResponderEliminarLa definición corresponde al verbo apandar, recogido en el diccionario de la RAE.
Los golfos apandadores (personajes de Disney) eran una familia de delincuentes con lazos familiares entre ellos, empeñados es sacarle los cuartos al Tio Gilito. Llevaban antifaz y el característico traje de presidiario a rayas con un número que casi siempre contenía el 1 el 7 y el 6 en diversas combinaciones.
Supongo que a estas alturas a nadie le quedará ninguna duda de que esta lista de nombres es una pequeña muestra (muy pequeña) de los golfos apandadores que han pululado y aún pululan por este país. Si cabe una duda es la de si conseguiremos que vistan los trajes que se merecen (al respecto seguro que recordaréis cuando Fujimori capturó a Abimael Guzmán: lo metió en una jaula con barrotes, lo vistió con el traje “mil rayas” y un número en el pecho que era la fecha de su captura. Tal y como se han puesto las cosas consideraría esta posibilidad cómo algo más que un mera figura retórica).