viernes, 11 de junio de 2010

No es país para viejos

Estamos en plena Semana de los Mayores. Con ese motivo, me gustaría compartir con vosotros algunas reflexiones sobre lo que, en mi opinión, significa ser mayor a día de hoy. Tomando prestado el título de la película de los hermanos Coen y Javier Bardem.
Vivimos tiempos en que ser mayor es un concepto negativo, identificado con la pasividad. La marca joven es la que vende. Se buscan ministros, ministras, directivos, ejecutivos… cada vez más jóvenes. Los mayores se dan, por definición, amortizados para las labores “importantes”. La experiencia ya no se considera un valor añadido, sino todo lo contrario.
Porque a partir de un día definido en el calendario, toca pasar de la plena actividad a la jubilación innegociable. De ser uno más a convertirse en un sujeto al que se puede respetar, admirar o agradecer los servicios prestados, pero que ya está fuera del mercado laboral y por tanto del ámbito público. Objeto, además, de prejuicios sociales: “cosas de abuelos”, “los viejos no pueden enamorarse…”. Persona a la que a partir de la nueva etiqueta, sólo se le escucha desde la anécdota. Como si el conocimiento adquirido a lo largo de los años se hubiera, de golpe, evaporado.
Enorme error social que de nuevo no repara en los cambios demográficos a los que nos estamos enfrentando, con el aumento de la expectativa de vida en los países occidentales. A día de hoy, los mayores de 65 años suponen el 18% de la población española. Y si hablamos de Ourense, bastante más. Demasiada gente como para desaprovechar su potencialidad social. Sobre todo por que se trata de un conjunto muy heterogéneo: algunos con una situación de salud limitante, pero otros muchos con plena capacidad intelectual e incluso física. Nadie duda de la diferencia cualitativa entre un niño de 14 años o un joven de 25. Pero sí de la de un mayor de 65 o un anciano de 86. Y es que la jubilación, que a principios del pasado siglo, era buscada como un derecho se ha convertido en una obligación que iguala a seres humanos en muy distintas condiciones personales.
Hoy en día, en el mejor de los casos, el mayor es alguien al que debemos cuidar y prestar servicios. Aunque muchos estarían encantados por seguir siendo útiles desde nuevos perfiles. Un 30% de los jubilados están dispuestos a realizar labores de voluntariado y sólo a un 10% se les da la oportunidad de realizarlas.
El todo o nada, de un día a otro, es una absoluta irracionalidad. La tercera edad ha cambiado y va a cambiar más. Han cambiado los gustos, las aficiones, las preferencias, los deseos… El mayor nivel socioeconómico y cultural ha generado una nueva forma de entender esta fase de la vida.
No sólo eso, sino que en estos momentos, cuando la edad de jubilación pretende alargarse, también pueden escucharse avisos sorprendentes. Como los de un amplio estudio científico realizado por la Universidad de Michigan, donde se demuestra el efecto protector para el desarrollo de demencias de una más prolongada actividad laboral frente al retiro anticipado. Y, de paso, confirma el nulo valor que para ello tienen los crucigramas y los sudokus. ¡Además va a resultar que jubilarse es “tóxico”!
Bueno, el caso es que tenemos que darle una vuelta al tema de los mayores. Y modificar ideas, prejuicios y comportamientos. Dicho esto, no puedo dejar pasar esta Semana sin destacar la enorme labor que, en este ámbito, están desarrollando Marga Martín y su equipo en el Concello de Ourense. Consiguiendo grandes mejoras en la vida cotidiana de nuestros ancianos. Incansable trabajo, con el que la ciudad intenta ser un lugar habitable para ellos.

6 comentarios:

  1. Pode que a expericia siga aumentando co paso dos anos, pero a capacidade para xerar coñecemento novo decrece. Es ese tesouro de experiencia, vivencias, coñecemento (¿ese know how?) acumulados tampouco son fáciles de adaptar ós cambios do entorno. Parece que mais que facernos vellos é o entorno o que nos fai vellos a nós. Esto ter que ver coa idade, non coa xubilación. A vida parece ás veces unha etapa do Tour. Fumos capaces durante un momento de ir en cabeza, de escaparnos incluso, pero enseguida o pelotón envólvenos, acomodámonos entre os demais contando a nosa efímera fazaña; mentras outros tiran para adiante. Finalmente, cando xa non podemos seguir o pelotón, o coche escoba recóllenos. Acabouse a nosa etapa.

    Pero qué bonito sería seguir pedaleando ata París.

    Saudos e boas noites.

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  2. Buen paralelismo el del ciclismo, JC. Creo que en todo caso hay que poner en valor a los que aunque ya no pueden tirar del peloton tienen un tesoro de conocimiento. No es justo darles el empujón de un día para otro y además es un desperdicio de energia. Habría que volver a decir lo de la arruga "es inteligente y llena de contenido". Además hay viejos y menos viejos como cada día vemos en el hospital. La cabeza es lo esencial.

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  3. Respecto a la experiencia como valor de la vejez:

    A. "Cada vez que muere un anciano, arde una biblioteca" Proverbio africano.

    No-A. "La experiencia es algo maravilloso: nos permite reconocer un error cada vez que volvemos a cometerlo"

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  4. Tres películas:
    - La fuga de Logan.
    - Soylent Green (aquí se tituló como "Cuando el futuro nos alcanza").
    - La balada de Narayama.

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  5. Pero ahondando en la intención de Chechu de reivindicar la capacidad de aportación de los viejos a la sociedad y su plena validez como personas - ¿pasará lo mismo en Francia? ¿Y en Japón? - proclamo: el país que no es para viejos es precisamente éste.

    No os lo vais a creer, pero para muchos viejos de nuestro país su lengua madre no es el castellano. Muchos de ellos crecieron, aprendieron a trabajar, lucharon y formaron una familia, y se hicieron lentamente viejos, y pocas conversaciones tuvieron en castellano en su vida. Al menos fuera de su casa. Porque algunos se preocuparon de educar a sus hijos en castellano. Había algo mal y había que corregirlo. Así llegamos a los nietos, que crecen, van a la escuela y se relacionan con todo el mundo en un castellano perfecto, sin pajolera idea del otro idioma. Pero tiene que ser así, porque son niños de este mundo globalizado, donde lo que importa es lo funcional. ¿A dónde van a ir sin el inglés?, dicen sus padres en las reuniones del colegio.

    Estos nietos correctamente “universalizados” mantienen con sus abuelos una relación digna de un estudio etnográfico. No pueden comunicarse con ellos de un modo natural: pertenecen a culturas distintas, uno es de aquí y el otro del ancho mundo, y el que es de aquí ya es viejo para entender ese mundo y el que es del mundo en realidad no es de ninguna parte y es como un barco sin puerto al que volver ni bandera que arriar, un fantasma cultural. Vamos, que el abuelo es punto menos que un extraterrestre, y dame dinero abuelo pero que no te vean conmigo porque qué van a pensar de mí los otros ciudadanos del mundo, los aprendices de inglés de seis a siete por la tarde.

    Así los abuelos del mundo sufren la retirada de la actividad cuando están “en perfecto uso”; todos los abuelos y las abuelas del mundo se ven “condenados” a ser “cuidadores de nietos”. Pero aquí, en este país nuestro levantado con el esfuerzo y sudor de nuestros viejos, cuando éstos se han deslomado – literalmente – para cuidar a sus hijos y a sus nietos, cuando les han dado todo el cariño del mundo (y el dinero), una tarde ven con pasmo y tristeza cómo su nieto del alma cambia de acera antes de cruzarse con ellos. Qué van a pensar los colegas, con el acento que tiene, ¡pero si no sabe hablar!.

    Y los padres insisten: ¿a dónde van sin inglés estos niños? Y yo me pregunto: ¿siquiera saben de dónde vienen?.

    Para terminar y generar polémica: cuando un viejo llega a la consulta y dice: “Me duele el xeonllo”, sé positivamente que todos los medicos y médicas de este país nuestro piden al anciano que repita la palabra desconocida, la buscan en Google, se aprenden el significado y la apuntan cuidadosamente, no vaya a ser que se olviden y tengan que pasar otra vez por la vergüenza de la ignorancia. Exactamente igual que harían con alguien a quien le doliera la “knee”.

    Buenas tardes. Y que ningún nieto les tuerza la cara por la calle.

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  6. JC, hablas con el corazón y la cabeza mirándose de frente. No es fácil hacerlo. Pocos lo hacen. Gracias por el recuerdo a ese valor tan olvidado en estos tiempos de vertigo y codicia: la gratitud.
    Y la justicia para quienes tanto nos dieron. Uno de ellos, mi abuelo, siempre me decía: "chaval aprende, que el saber no ocupaba lugar".
    A veces me pregunto todavía donde está el lugar si en el corazón o en la cabeza. O en los dos sitios. Gracias por el comentario

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