domingo, 17 de abril de 2011

Un libro y una película antes de vacaciones

“El guardián entre el centeno” de J. D. Salinger. Hace tiempo que quería leer este mítico libro. Y lo he disfrutado. Una historia universal, el viaje iniciático a la madurez tantas veces contado, pero que en Holden Caulfield se muestra con una claridad y una honestidad radicales. La narración en primera persona y el lenguaje coloquial y espontáneo es toda una declaración rápida de intenciones. Desde la primera línea del libro aparecen la soledad, el desarraigo, el desamparo, el dolor del espejo, la ausencia de referentes, de pertenencias, el abismo que aparece entre Holden y el resto del mundo, la irreparable decepción que, a cada paso, el mundo que le rodea le provoca… Y sobre todo el brutal rechazo a la mentira y a la hipocresia de los adultos. Sólo los niños merecen la pena. Y los pocos adultos que se comportan como tales. Y cuando atisba a esos seres limpios, les entrega su enorme energía adolescente. De guardián entre el centeno, de los niños que juegan en él, no conocedores aún del abismo que les amenaza. Solo una persona le redime de la imparable degradación que se despliega en la noche de Nueva York, su hermana pequeña, el antidoto frente a toda falsedad. La tabla de salvación que otros chicos frágiles como él no han encontrado, acabando en el suicidio o el infierno de las drogas.

Un libro de libros, el de Salinger, que aparece despues en el “Tokio blues” de Murakami, o en “Las historias del Kronen” de J. Mañas, por poner dos ejemplos. Un libro fascinante por su valor y limpieza que ha conquistado tantos lectores como lecturas. Que ha aparecido en muchas películas en forma de homenaje: “El Resplandor”, “Annie Hall”... Que ha servido de inspiración y referencia más o menos velada en otras: “The Good Girl”... Pero que nunca será llevado al cine, por expreso deseo del autor. De obligada relectura para recordar aquellos momentos de la propia vida, donde no existía lo relativo, donde la busqueda de la felicidad absoluta era la dolorosa y apasionante tarea de cada día.


“Potiche, mujeres al poder” de François Ozon. En tiempos de sequía de buenos estrenos a uno le toca intentarlo aunque sea con medianías. Y eso es lo que es “Potiche”, una medianía de un director joven, especializado en comedías de género, irónicas y mordaces. Y que ha hecho alguna película notable como "Swimming Pool". Se trata de un juego de palabras con el florero y la mujer sometida y ninguneada hasta que las circunstancias le dan una oportunidad para emerger, que sin duda aprovecha. Estética del primer Almodovar. Con el que en Francia le comparan. Cosas de musical y de vodevil. Algún momento original y ocurrente y la presencia siempre contundente de Catherine Deneuve y Gérard Depardieu. Poco más. Un 5.5 raspado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario