martes, 5 de junio de 2012

De Guindos y Rajoy se van a tener que ir


A día de hoy parece inevitable que el Estado Español deba pedir alguna forma de rescate a la Unión Europea para financiar el agujero de Bankia y los que están por llegar en las próximas semanas (Popular, etc…). Se especula con que este rescate sea una inyección directa del Mecanismo Europeo de Estabilidad a los bancos (mal menor que Alemania de entrada no acepta, pero que podría venderse a través de una futura Unión Bancaria Europea) o que requiera -lo que parece más probable- la intermediación del Estado, lo que equivaldría a una intervención pura y dura similar a las de Irlanda, Portugal y Grecia.
Un desastre menor o mayor que, en todo caso, hundirá aún más -con las condiciones que nos exigirán para concederlo- nuestro bienestar, profundizará en el adelgazamiento de la sanidad y la educación públicas, aumentará el paro y, posiblemente, reducirá la cuantía de las pensiones, el subsidio de desempleo y el sueldo de los funcionarios públicos.
No se trata, tampoco ahora, de buscar culpables. Algunos venimos afirmando desde hace tiempo que se trata de un fracaso colectivo, tanto de España como de Europa, con muy distintos grados de responsabilidad en los diversos actores, por supuesto. Un fracaso de los valores sociales, en suma, inmersos en el contexto de un sistema, el capitalista, que necesita el crecimiento del consumo de forma permanente como motor inexcusable y, con ello, genera desigualdades y crisis que saltan de unos países a otros. Eso sí, siempre con los poderosos –ahora globalizados- siendo cada vez más poderosos. Y con los pobres –no globalizables por definición- más o menos hundidos en su "porca miseria". Un sistema cada vez más insostenible, sobre todo desde que la industria financiera y especulativa ha tomado el poder, relegando a la economía productiva clásica a un papel secundario. Necesitado, por tanto, de una reforma en profundidad –o sea una revolución- para que la dignidad del ser humano no retroceda siglos en la historia. Quizás para ello necesitemos, como decía Bertold Brecht, bajar a la sima más honda para resurgir después con nuevas ideas y nuevos valores.
Pero dicho esto, las cosas en estos últimos meses no se han podido hacer peor. Desde la llegada de Rajoy no ha habido más que desencuentros con Bruselas, llamadas infructuosas a Merkel, decisiones como la corrección del déficit en 2012 que a los pocos días deben corregirse, inoportunidades, movimientos políticos mal diseñados, planes de ahorro que nada ahorrarán, ausencia de liderazgo, sensación de impotencia… Con el diferencial de deuda por encima de 500 puntos no se puede comparecer para decir que Bankia será nacionalizada, pero no se sabe cómo se pagará. Una multitud de errores de cálculo y de discurso en cadena, nunca reconocidos –los culpables siempre son otros- que nos han empujado a la intervención.
Por no hablar del papelón de De Guindos. Dedicado a no se sabe si “salvar al soldado Rato”, como ingeniosamente tituló su artículo hace unas semanas José Manuel Barreiro Rivas, o más bien a bloquearlo para que no hable y cuente lo que tiene que contar: que en las comunidades “bandera” del PP, lo que Gürtel apuntó, Bankia lo ha confirmado. Un “modus operandi” propio en el que el partido, el poder político y el dinero se acostaban juntos cada día. Y por evitar que esa percepción se traslade con toda claridad a los ciudadanos, se han cometido demasiados errores de decisión y comunicación tanto a nivel interno como con la UE, fruto de una huida hacia delante con táctica de “tinta de calamar”, tan típica del PP. Una burda estrategia que ha destruido la reputación del Banco de España, imprescindible para la confianza en un país, y que ha acabado entregando al sistema financiero español a dos consultoras externas de dudosa orientación e independencia. Con lavado de manos y doble vara de medir incluidas: “no soy un ángel vengador, dijo Guindos, cuando uno vuelve la vista atrás se vuelve una estatua de sal”. ¿Y la herencia de ZP, dónde queda entonces?
¿Por qué, en vez de dar palos de ciego y mirar al exterior, no se limitaron las ventas “en corto” en Bolsa sobre los valores bancarios españoles, hasta que las cosas se aclararán? Se hizo de Bankia la peor gestión posible, en palabras de alguien tan poco sospechoso de radicalidad izquierdista como Mario Draghi.
Algunas cosas se han hecho bien, por supuesto. El programa de financiación a las administraciones públicas para el pago a proveedores, es una excelente decisión que se atribuye a Montoro. Pero, poco más. Lo que estaba mal con ZP ha ido a peor y lo poco que aguantaba, ya se está cayendo. Sólo éramos parte del problema –destacada ciertamente- pero todos estos fallos imperdonables nos han concedido el papel de protagonista indiscutible de la prensa económica y de los cenáculos financieros del mundo mundial. La rocambolesca operación Bankia, aún sin explicar ni cuantificar siquiera a más de 1 mes de su anuncio, ha sido la guinda (valga el juego de palabras) del pastel que han manoseado torpemente los que, sólo con su presencia, iban a resolver la crisis y devolver a España al lugar que nunca debió abandonar. De los que enarbolaban desde la oposición la varita mágica del hada de la confianza. La bruja Merkel les ha salido rana. Para desgracia de todos.
Por eso creo que si el rescate con nuevas condiciones de recortes fiscales se confirma, Rajoy y su ministro de Economía deben irse. Para evitar volver a la España de los cincuenta, necesitamos un nuevo Gobierno, con apoyo de los partidos mayoritarios del Estado, compuesto por políticos competentes y por técnicos con amplios conocimientos en la cartera ministerial que se les encomiende.

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4 comentarios:

  1. Adivinanza (imposible)

    "No se trata, tampoco ahora, de buscar culpables"

    Adivina adivinanza ¿cuál es la relación entre los nombres de la columna de la iquierda y los números de la columna de la derecha?

    Rodrigo Rato 176-176
    José Luis Olivas 176-167
    María Dolores Amorós 176-617
    José Luis Pego 176-671
    Juan Pedro Hernández Moltó 176-761
    … y más… 176-...

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  2. Indicio.

    Verbo de la lengua española (primera conjugación) que coloquialmente designa la acción de pillar, atrapar, guardar algo con ánimo de apropiárselo.

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  3. Supongo que es robar, pero no entiendo que tiene que ver con el 1, el 7 y el 6. Y eso que me he puesto delante de la bola de cristal con un turbante en la cabeza, pero ni aún así.
    Animaros, blogueros. Adivinad, adivinad para no ser intervenidos.

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  4. De golfos, apandadores y trajes.

    La definición corresponde al verbo apandar, recogido en el diccionario de la RAE.
    Los golfos apandadores (personajes de Disney) eran una familia de delincuentes con lazos familiares entre ellos, empeñados es sacarle los cuartos al Tio Gilito. Llevaban antifaz y el característico traje de presidiario a rayas con un número que casi siempre contenía el 1 el 7 y el 6 en diversas combinaciones.
    Supongo que a estas alturas a nadie le quedará ninguna duda de que esta lista de nombres es una pequeña muestra (muy pequeña) de los golfos apandadores que han pululado y aún pululan por este país. Si cabe una duda es la de si conseguiremos que vistan los trajes que se merecen (al respecto seguro que recordaréis cuando Fujimori capturó a Abimael Guzmán: lo metió en una jaula con barrotes, lo vistió con el traje “mil rayas” y un número en el pecho que era la fecha de su captura. Tal y como se han puesto las cosas consideraría esta posibilidad cómo algo más que un mera figura retórica).

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