Casi un millón de km2 de un desierto que se extiende por tres países -Botsuana, Namibia y Sudáfrica-, teñido de rojo por las partículas de hierro procedentes de las montañas del sureste africano, que recorren el curso del río Orange hasta llegar al Atlántico. Desde el delta, los vientos las devuelven al continente en un itinerario circular y eterno. Un territorio inmenso que permite observar la belleza de la vida animal -distinta y deslumbrante- en las pequeñas charcas de agua que procede del subsuelo y a las que cada día acuden los oryx, los ñus azules, las jirafas, los depredadores...
El Kalahari es el hábitat natural de los simpáticos suricatos, que emergen inhiestos de las profundidades de la tierra roja, para observar, entre curiosos y permanentemente asustados, cuanto les rodea. ¡Ojo con acercarse a ellos: son reservorios permanentes del virus de la rabia y se defienden con bravura!
La luz del Kalahari, la patria común de los bosquimanos. También llamados san. Una etnia milenaria, bien definida, de hombres pequeños y resistentes. Cazadores y recolectores. Ahora ya no tan nómadas como siempre lo fueron. Quedan unos 50.000 distribuidos en pequeños grupos familiares a lo largo del desierto de "la gran sed".
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