lunes, 2 de abril de 2012

Fuego y tristeza

Fuego y olvido. Belleza y memoria. Si perdemos lo esencial, ¿qué ocurrirá con lo secundario? Galicia llora. En otros tiempos se levantó, ahora sólo responde en silencio. ¿Nunca Máis?

6 comentarios:

  1. Por todos aquellos que hemos acampado en esos parajes, respirado libertad, admirado la grandiosidad de ese paisaje que te transporta a tiempos de leyenda en los que el hombre ( que no sólo es un lobo para el hombre) respetaba y vivía en comunión con la naturaleza, gracias por este lazo negro.Son muchas las veces que lo he disfrutado.Para nosotros (los oriundos de esa villa ahora decadente pero en tiempos prometedora y cosmopolita, que es Ferrol) , las Fragas do Eume han siempre constituído un referente y es algo que con orgullo muestras a foráneos...como diciendo:muérete de envidia..ésto es lo que llamáis la Galicia profunda!! Y que pena, que la profundidad no hubiera sido mayor y hubiese mantenido las Fragas preservadas del verdadero lobo.Nos vemos mañana.

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  2. hay que concienciarse:
    «No hemos heredado la tierra de nuestros antepasados, la tenemos prestada de nuestros hijos». (Antoine de Saint-Exupéry)

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  3. Sembrando (de Marcos Rafael Blanco Belmonte)

    De aquel rincón bañado por los fulgores
    del sol que nuestro cielo triunfante llena;
    de la florida tierra donde entre flores
    se deslizó mi infancia dulce y serena;
    envuelto en los recuerdos de mi pasado,
    borroso cual lo lejos del horizonte,
    guardo el extraño ejemplo, nunca olvidado,
    del sembrador más raro que hubo en el monte.

    Aún no se si era sabio, loco o prudente
    aquel hombre que humilde traje vestía;
    sólo sé que al mirarle toda la gente
    con profundo respeto se descubría.
    Y es que acaso su gesto severo y noble
    a todos asombraba por lo arrogante:
    ¡hasta los leñadores mirando al roble
    sienten las majestades de lo gigante!

    Una tarde de otoño subí a la sierra
    y al sembrador, sembrando, miré risueño;
    ¡desde que existen hombres sobre la tierra
    nunca se ha trabajado con tanto empeño!
    Quise saber, curioso, lo que el demente
    sembraba en la montaña sola y bravía;
    el infeliz oyóme benignamente
    y me dijo con honda melancolía:
    -Siembro robles y pinos y sicomoros;
    quiero llenar de frondas esta ladera,
    quiero que otros disfruten de los tesoros
    que darán estas plantas cuando yo muera.

    -¿Por qué tantos afanes en la jornnada
    sin buscar recompensa? dije. Y el loco
    murmuró, con las manos sobre la azada:
    -«Acaso tú imagines que me equivoco;
    acaso, por ser niño, te asombre mucho
    el soberano impulso que mi alma enciende;
    por los que no trabajan, trabajo y lucho;
    si el mundo no lo sabe, ¡Dios me comprende!

    »Hoy es el egoísmo torpe maestro
    a quien rendimos culto de varios modos:
    si rezamos, pedimos sólo el pan nuestro.
    ¡Nunca al cielo pedimos pan para todos!
    En la propia miseria los ojos fijos,
    buscamos las riquezas que nos convienen
    y todo lo arrostramos por nuestros hijos.
    ¿Es que los demás padres hijos no tienen?…
    Vivimos siendo hermanos sólo en el nombre
    y, en las guerras brutales con sed de robo,
    hay siempre un fratricida dentro del hombre,
    y el hombre para el hombre siempre es un lobo.

    »Por eso cuando al mundo, triste, contemplo,
    yo me afano y me impongo ruda tarea
    y sé que vale mucho mi pobre ejemplo
    aunque pobre y humilde parezca y sea.
    ¡Hay que luchar por todos los que no luchan!
    ¡Hay que pedir por todos los que no imploran!
    ¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan!
    ¡Hay que llorar por todos los que no lloran!
    Hay que ser cual abejas que en la colmena
    fabrican para todos dulces panales.
    Hay que ser como el agua que va serena
    brindando al mundo entero frescos raudales.
    Hay que imitar al viento, que siembra flores
    lo mismo en la montaña que en la llanura,
    y hay que vivir la vida sembrando amores,
    con la vista y el alma siempre en la altura».

    Dijo el loco, y con noble melancolía
    por las breñas del monte siguió trepando,
    y al perderse en las sombras, aún repetía:
    «¡Hay que vivir sembrando! ¡Siempre sembrando!…»

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  4. Y frente a la devastación (no solo la del fuego) quizás haya que oponer las palabras de Jean Giono, autor del cuento "El hombre que plantaba árboles":

    "¿Sabes una cosa?... Hay momentos en la vida en que es preciso partir como un rayo en pos de la esperanza."

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  5. Sembrando esperanza es lo que pareceis decir. Y os lo agradezco.

    Como propuesta interesante me parece el artículo de José Luis Gomez en las páginas de Galicia de El País: "Del ladrillo al monte" "Convertir Galicia en una potencia maderera mundial, con más carballos y menos eucaliptos y una industria asociada, sería la mejor manera de decir nunca máis al incendio de As Fragas".
    http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/04/02/galicia/1333400119_558457.html

    Y gracias a mi amigo Xosé Lois por avisarme del acento en máis.

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  6. (fragmento de "Fábula do home e o lobo" de Celso Emilio ferreiro)
    Lobo.- Home, que inventaches a lóxica, ¿qué lóxica é isa?
    Home.- Nascemos bos, pero o mundo fainos malos
    Lobo.- Vellas prosas desacreditadas. O mundo é malo porque está feito por ti.
    Home.- Son un ser superior.
    Lobo.- O primeiro entre os animais de presa.
    Home.- Non me coñeces. si souperas do meu corazón atormentado, pensarías doutro xeito (de otra manera).
    Lobo.- Houbo unha persoa que dixo que canto máis te coñecía máis aprecio lle tiña ao seu can.
    (Creo que no es necesario traducirlo porque se entiende perfectamente: son dos lenguas hermanas)

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