lunes, 31 de agosto de 2009

Concursos


En “Patagonia Express”, el escritor chileno Luis Sepúlveda nos cuenta en un delicioso relato cómo cada año la radio local propone a sus oyentes, en el invierno austral, la realización de un concurso de mentiras. La mejor recibe una vaquilla de premio. En dicho relato, uno de los habitantes de la vasta región sudamericana afirma: “En esta tierra mentimos para ser felices. Pero ninguno de nosotros confunde la mentira con el engaño”.
Mientras Radio Ventisquero celebraba por aquellos pagos su tradicional concurso, en España este verano, Ana Mato participaba a su manera diciendo: “todos los ciudadanos saben que hay una persecución contra el PP”. Para entonces ya llevaban días repitiendo la misma cantinela en todas partes. Antes se lo habían tenido que creer ellos mismos. La mentira nunca puede convertirse en engaño si el que la cuenta no se la traga de antemano. Las pruebas son lo de menos. Lo importante es estar convencido y mostrar con contundencia la indignación que se siente. Recuérdese la castellana seriedad de Cospedal cuando, sin inmutarse, desgrana por sorpresa la gravedad de la “indiscutible” trama contra su partido. Para un auditorio predispuesto es más que suficiente. Y por desgracia, ese auditorio existe. Engordó cuando el 11-M era una conspiración de policías, espías, moros y socialistas. Cuando ZP se cargaba la familia. Cuando Navarra ya estaba vendida a la ETA.
Una mentira varias veces repetida puede convertirse en engaño. Y al que se la cree ya nunca le sacarán de ahí por muchos datos en contra, sentencias judiciales e informes de expertos que la refuten. Por el contrario, el colectivo de fervorosos engañados se unirá cada vez más contra el falsamente acusado. Política de confrontación cuando hay problemas. Se ha mostrado como una buena táctica.
Y problemas los hay: Gürtel, Palma Arena… Problemas que pueden afrontarse con normalidad tomando las irremediables decisiones políticas que correspondan y esperando con paciencia la decisión de los jueces. Pero no, es preferible enfangar la política aunque esto provoque el hastío de los ciudadanos que, aburridos, ya no quieren analizar siquiera quién comenzó la guerra que no cesa. Unos la inician y otros no saben o no pueden salir de ella. Ciudadanos que se sienten crónicamente engañados. De ahí al injusto “todos son iguales” sólo hay un paso.
La hermosa mentira de José Agustín Goytisolo en “El mundo al revés”, convertida en engañosa estrategia de tierra quemada, en permanente disminución de la calidad democrática… Alimento para los que afrontan la vida desde las vísceras y desprecio para los que buscan la razón y la lógica en los asuntos públicos. Delirio político que no debería salir gratis.
¡Que acabe pronto esta mala copia española del concurso de mentiras! Todavía lejos de las elecciones lo que toca es discutir y llegar a acuerdos, si es posible, sobre fiscalidad, gasto público, medidas contra el paro… Sin globos sonda del gobierno. Con generosidad, pensando en el interés general antes que en los futuros votos. Algo que ahora parece un imposible, como las dulces mentiras de la Patagonia.

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