domingo, 9 de agosto de 2009

El viajero en el paraiso



Hace ya casi dos siglos, Charles Darwin alcanzó, en su viaje alrededor del mundo, las Islas Galápagos. Algunas de las observaciones derivadas de las excepcionales condiciones en las que en ellas se desarrolla la vida natural, contribuyeron más tarde a desarrollar la teoría de la evolución, uno de los hitos fundamentales en la historia del conocimiento y la ciencia. Este año se cumple el 150 aniversario de la publicación de “El origen de las especies” y por eso bien justificado está un viaje, siguiendo sus pasos, a las fuentes que ayudaron a que hoy sepamos más sobre el mundo y el hombre, a que vivamos más y mejor, a que los hoy herederos de Darwin, modernos y especializados naturalistas de ahora –genetistas, antropólogos, paleontólogos, biólogos, médicos…-, acaricien ya las respuestas pendientes a muchas de las preguntas sobre la vida que todos alguna vez nos hemos hecho.
Las Islas Galápagos son hoy, para el viajero, fundamentalmente una ilusión cultural: la plasmación tangible y real del territorio virgen, del mundo feliz tantas veces evocado en la literatura y en los libros de aventuras que leíamos de pequeños para ser luego la materia de nuestros mejores sueños. En las Galágapos, los animales aún no tienen miedo al hombre y se le acercan curiosos. La naturaleza, en su plenitud, les dota de abundante comida en el mar que les rodea o en la flora que les acoge. La adaptación, en algunos casos sorprendentemente rápida, de las diferentes especies al entorno cambiante, ha resuelto sin violencia los problemas. No hay, por tanto, depredadores ni batalla por la supervivencia. Los leones marinos comparten en las rocas y playas su espacio con las iguanas y los pequeños pingüinos. Los pinzones de Darwin y las gaviotas de las lavas se te acercan hasta pocos centímetros no para buscar comida -que les sobra-, sino para observarte. Como tu a ellos. Conmueve transitar por caminos y senderos que no han variado lo más mínimo desde la visita de Darwin, hace casi dos siglos.
Pero como ocurre en todos los paraísos, el equilibrio pende de un hilo y las amenazas son palpables, sobre todo en el mundo global en el que vivimos. La llegada de una semilla en la suela de los zapatos del visitante puede condicionar la proliferación de plantas y frutos que desplacen a las plantas autóctonas, base de la alimentación y subsistencia de la fauna endémica. Sin dar tiempo para la evolución adaptativa. La llegada de colonos del continente, el desarrollo agrícola, turístico y ganadero, la presencia de animales domésticos como perros, gatos y cabras… condiciona cambios de gran impacto ecológico. Debido a ello, ya se han extinguido 3 especies de tortugas gigantes.
Para evitar la destrucción del paraíso, los conservacionistas extreman las acciones y las precauciones. Los habitantes de las islas, conscientes del valor de la naturaleza que les rodea, colaboran ejemplarmente con las autoridades y los expertos del Parque Nacional en la implementación de las medidas necesarias y en los proyectos para la supervivencia de las especies y los “hábitats” amenazados.
Sin embargo, el viajero que sigue los pasos de Darwin se pregunta inevitablemente: ¿qué pensaría él de este esfuerzo que intenta, en esencia, oponerse a las fuerzas que condicionan la evolución, entre las que debe incluirse al ser humano y sus pulsiones de desarrollo? ¿Qué valor fundamenta la titánica lucha para aislar y conservar este territorio virgen?
Para dar mi respuesta de viajero al paraíso, quiero evocar la figura que considero, junto a Darwin, más influyente y determinante en el conocimiento alcanzado en los dos últimos siglos: Sigmund Freud. En su libro “El malestar de la cultura”, escribió algo así hace ya casi 100 años: “el destino de nuestra especie dependerá de si la cultura es capaz de hacer frente a la innata agresividad humana…” Freud y Darwin, tanto monta…

2 comentarios:

  1. Para que te acompañe en la lectura y todavía disfrutes más...... Murakami es un gran narrador y Tokio blues es una novela que te enfrenta a sensaciones y sentimientos distintos a los cotidianos. Ya nos contaras.
    http://www.youtube.com/watch?v=lY5i4-rWh44

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  2. Gracias Rosa por tu invitacion a oir Norwegian blood, que hace tiempo no escuchaba. Claro Murakami es en Tokio Blues, otra invitación a revivir esa etapa de la vida en la que cada día era muy distinto al anterior, cada hombre o cada mujer que llegaba a tu lado un acontecimiento y una bienvenida al mundo de los sentimientos, las sensaciones. En la que nada nos era indiferente...
    Me quedan como 30 páginas de disfrute...
    Un beso

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