sábado, 23 de enero de 2010

Un país nuevo


Visitar Euskadi en estos días, pasear por la playa de La Concha, tomar “potes” en la Plaza Nueva de Bilbao, dar una vuelta por los pueblos de la Rioja Alavesa o de la comarca del Goierri, es encontrarse con un país nuevo. La gente está más contenta, confiada y tranquila. Su habitual buen humor, su carácter extrovertido se manifiestan ahora en plenitud.
La llegada al poder del nuevo gobierno socialista con el apoyo del PP de Basagoiti, está abriendo ventanas esperanzadoras. Muchos problemas de convivencia que parecían no tener solución, se encuentran ya encarrilados. La izquierda abertzale está buscando caminos para desembarazarse de ETA. La libertad consigue abrirse paso y hoy es más frecuente que hace unos años, escuchar en los bares y en los bancos de los parques, opiniones políticas diversas que antes se guardaban por miedo. La desaparición del terrorismo es en estos momentos, ante la progresiva debilidad de ETA, algo más que un sueño. Parece un escenario posible a corto o medio plazo.
La percepción del resto del estado con respecto a Euskadi también ha cambiado. Los focos se centran en otras cuestiones. El problema vasco comienza a verse como un viejo nudo que cada día se desenreda un poco más. Sin ruido. Sin nuevas heridas abiertas. Incluso se mira como un modelo a seguir para la resolución de los problemas con la colaboración de los dos grandes partidos estatales.
Pero las cosas no eran así hace poco tiempo. Todo va tan rápido en política que la memoria se diluye en cuanto la prensa cambia de tema. Y así se corre el riesgo de no reconocer los aciertos y los errores de los protagonistas. Por eso, antes de que la historia reciente se convierta en tiempo pasado, conviene intentarlo.
La figura de Patxi López no existiría sin Zapatero. Ambos cambiaron la dinámica de confrontación con el nacionalismo vasco del tándem Mayor Oreja- Nicolás Redondo. Una dinámica que en las penúltimas elecciones en Euskadi provocó el “efecto empalizada” de los electores. Un reflejo defensivo que aportó abundantes votos a los graneros de los partidos nacionalistas e independentistas y una buena justificación para revitalizar el soberanismo de Sabino Arana.
Fracasado aquel intento de modificar el desnortado “status quo” del PNV, López y ZP apostaron por un cambio tranquilo, sin alharacas, sin llamadas electoralistas a la víscera del nacionalismo español en busca de votos fuera de Euskadi. Después, frente a los que se rasgaban las vestiduras y pedían medidas excepcionales, el Plan Ibarretxe se disolvió como un azucarillo usando en exclusiva los procedimientos derivados del orden constitucional. Sin broncas. Sin descalificaciones. Con un debate en sede parlamentaria. Nada que concuerde más con la templanza del espíritu vasco.
Finalmente, llegó el proceso de paz que terminó con la ruptura del alto el fuego en la T4. Sin cesiones ni entregas que algunos daban irresponsablemente por concedidas. Con dos consecuencias muy positivas que ahora podemos analizar en perspectiva, más allá de la inicial sensación de fracaso. El rechazo definitivo de la ciudadanía vasca no sólo a la violencia sino a cualquier propuesta política excluyente o sectaria. Y la convicción generalizada -incluso en los sectores más radicales del independentismo vasco- de que, desaprovechada la última oportunidad, a ETA sólo le queda una salida: la rendición incondicional.
Fueron estos mimbres, y no otros, los que permitieron la construcción del cesto en el que hoy cabe la esperanza de un país vasco renovado, confiado en un próximo futuro de paz y prosperidad. Al césar lo que es del césar y a Zapatero lo que en justicia le corresponde, tanto en errores como en aciertos. Y en este caso, los resultados de su valiente apuesta hablan por sí mismos.

7 comentarios:

  1. Espinoso tema el del nacionalismo vasco (y su terrorismo asociado). Con tantas caras y aristas que me resulta difícil elegir una manera ecuánime de afrontarlo. En vez de dejar una opinión directa me remito a dos voces ajenas: la columan del País de Carlos Boyero "Qué asco" (http://www.elpais.com/articulo/Pantallas/asco/elpepirtv/20100131elpepirtv_1/Tes y un artículo antiguo de Arturo Pérez Reverte titulado "El gudari de Alsasua" (se localiza fácilmente a través de Google. Mis felicitaciones por este blog.

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  2. Es cierto. En el país vasco se dan todas las contradicciones y son posibles todos las miradas. Muy interesantes las que me envias, sobre todo la de Boyero. Pero lo importante y lo que quería destacar es que las cosas van mejor y eso para los que simepre hemos amado esa tierra y su gente es una excelente noticia

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  3. Vaya por delante que estoy de acuerdo con tu opinión de que las cosas van a mejor. Cuando digo que me resulta difícil elegir una manera ecuánime de afrontar esta cuestión es porque reconozco que no es lo mismo opinar viviendo lejos del problema que formando parte de él. No puedo evitar pensar que ETA hubiera entrado en barrena mucho antes si parte de la sociedad civil no hubiese aplicado la política de que "unos agitan el árbol y otros recogen las nueces". Como dijo Martin L. King: " Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos".

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  4. Lo más importante es que los "bondadosos" de Euskadi lleguen a la conclusión de que si en los medios se descubre el verdadero fin, el fin compartido no es bondadoso sino abominable.

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  5. Un poema, un libro, una película:
    El poema:

    Un terrorista: Él observa

    La bomba explotará en el bar a las trece veinte.
    Ahora apenas son las trece y dieciséis.
    Algunos todavía tendrán tiempo de salir.
    Otros de entrar.

    El terrorista ya se ha situado al otro lado de la calle.
    Esa distancia lo protege de cualquier mal
    y se ve como en el cine:

    Una mujer con una cazadora amarilla: ella entra.
    Un hombre con unas gafas oscuras: él sale.
    Unos chicos con vaqueros: ellos están hablando.
    Trece diecisiete y cuatro segundos.
    Ese más abajo tiene suerte y sube a una moto,
    y ese más alto entra.

    Trece diecisiete y cuarenta segundos.
    Una niña: ella va andando con una cinta verde en el pelo.
    Sólo que de repente ese autobús la tapa.

    Trece dieciocho.
    Ya no está la niña.
    Habrá sido tan tonta como para entrar, o no,
    eso ya se verá cuando vayan sacando.

    Trece diecinueve.
    Y ahora como que no entra nadie.
    En vez de entrar aún hay un gordo calvo que sale.
    Pero parece que busca algo en sus bolsillos y
    a las trece veinte menos diez segundos
    vuelve a buscar sus miserables guantes.

    Son las trece veinte.
    Qué lento pasa el tiempo.
    Parece que ya.
    Todavía no.
    Sí, ahora.
    Una bomba: la bomba explota.


    Wislawa Szymborska (1977)

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  6. El libro:
    "El lector" de Bernhard Schlink

    La película:
    "Omagh" de Pete Travis.

    :-)Por cierto, El País de hoy incluye un panegírico de Mario Vargas Llosa al libro "El olvido que seremos". Seguro que te gustará. (http://www.elpais.com/articulo/opinion/amistad/libros/elpepiopi/20100207elpepiopi_13/Tes/)

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  7. Tremendo el poema de Szymborska.
    Me recuerda un libro que te recomiendo "Los peces de la amargura" de Fernando Aramburu, un vasco que vivía en Alemania y que describe con tanta sinceridad la tragedia de los años de plomo en Euskadi que no deja lugar a dudas.
    Tambien me recuerda a Carmelo Gomez en "Dias contados" de Imanol Uribe.
    Ya lei el artículo de Vargas Llosa y estoy acabando "Traiciones de la memoria". Ya os contaré.

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