domingo, 28 de febrero de 2010

Progresistas

Las palabras, como todo, se gastan con el uso. Pierden el contenido si no se renuevan. Progresista fue un concepto ideológico y político enmarcado en la lucha de clases. En contraposición al de conservador. Pero los tiempos han cambiado y el progresismo ahora debe buscarse menos en el discurso y más en la forma de estar en el mundo. En el ejemplo de cada día.
Ser progresista hoy es esforzarse y trabajar duro para mejorar. Es estar comprometido con la familia, la profesión, la empresa, la comunidad y el mundo que nos rodea. Asumir con ilusión los nuevos retos. Arriesgarse y buscar la innovación. Pensar en lo que puedes hacer por tu país en vez de en lo que tu país está obligado a hacer por ti. Los vagos e indolentes no son progresistas, por mucho que le den al pico.
El progresista actual entiende que el patrimonio histórico de las conquistas sociales ya está asumido de forma transversal en los estados del bienestar. Recordarlo continuamente no lleva a nada. Lo que toca es esforzarse en su sostenibilidad. Es tiempo más de deberes que de derechos.
Ser progresista es rechazar la opinión, la cultura y la diversión que llegan precocinadas. Es molestarse en analizar la complejidad y en mantener un pensamiento propio y libre. Es rechazar la jerarquía decretada y defender la autoridad que se basa en el trabajo y el conocimiento.
El progresista suma y multiplica. No resta ni divide. Aunque resulte agotador, busca la concertación, la participación de todos en el objetivo común, en el compromiso compartido. Huye de las etiquetas y acepta que el empresario o el jefe pueden ser tan progresistas como el que más. No mide al milímetro la tarea encomendada. Es generoso, confiado y cooperativo. Huye del catastrofismo y busca los caminos de mejora con humildad, asumiendo de antemano la intrínseca imperfección de los pequeños cambios. Aún a riesgo de resultar molesto para los inmovilistas guardianes de las soluciones absolutas. De los que dibujan el plano del tesoro, retiran las piezas que les molestan para alcanzarlo, pero nunca inician la travesía. Aquellos que todo lo critican, que ven la paja en el ojo ajeno pero no se miran al espejo para no ver su viga.
Al progresista actual no le gusta la política espectáculo de hoy en día. Cree que tal como están las cosas, conviene adelgazarla. Tampoco le agradan las consignas y las “cocinas” de los partidos. Pero sigue siendo capaz de distinguir entre los que mantienen la sensibilidad democrática para proteger a los más débiles y los patéticos dictadores del rencor y la “peineta”. Por eso espera de los primeros más valentía y a los segundos les recomienda la jubilación anticipada. Si es que llegan a tiempo.

4 comentarios:

  1. Me ha encantado. Eso es ser progresista, más allá del catecismo cada vez más insoportable de los partidos. Si señor, el progresista suma y multiplica. Muy bien Chechu Jiménez

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  2. Como siempre una forma magnifica de expresar una idea, de manifestar con el corazón un pensamiento sobre lo que se entiende por progresista. Desde mi postura crítica, que no tóxica, he de decir que un poco utópica pues salvo algunas personas excelentes, pocas tiende a la calidad de su sifnificado, es como tender a infinito, lo cual tiene mucho mérito, y no hay que descansar en el intento, aunque a veces uno tenga que parar a tomar aire.
    Un abrazo
    Chema.

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  3. "estar comprometido con la familia, la profesión, la empresa, la comunidad y el mundo que nos rodea" esto me suena poco progresista, alomejor me suena a discurso de empresario el 1º de mayo. Seamos serios si las cocinas y las consignas de los partidos no te gustan vas a tener que rehacer el blog

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  4. Por alusiones. Agradeciendo de antemano el comentario crítico.
    ¿Hay algo hoy más progresista que el COMPROMISO en una sociedad que no quiere comprometerse en nada? ¿Por qué es conservador el compromiso con los seres que más queremos -la familia, sea del tipo que sea-, la profesión -con la que nos expresamos en la vida-, y el mundo abierto en el que vivimos? ¿Acaso sólo es progresista lo que viene en el viejo libro de la izquierda? ¿En el dogma y los inamovibles lugares comunes, en el grupo unido que jamas será vencido aunque se quede sólo guardando vaya usted a saber que esencias y ya no sirva para mejorar nada, para liberarnos de nada? El progreso, la izquierda libertaria o liberadora surgio del pensamiento libre y crítico, matizado y personal. Lo hizo frente al pensamiento único, al autoritarismo, a la dictadura en todos los sentidos. Por eso las consignas no nos gustan y por eso creemos en listas electorales más abiertas y en un modelo en el que en los partidos se conserve las muchas cosas en las que se está de acuerdo pero se abran espacios para expresar el matiz y la diferencia, sin temor a que ésta genere una desbandada del electorado. Esa ha sido la seña de identidad de la izquierda abierta. Intentemos recuperarla y dejemos para Rajoy sus maitines, sus argumentarios y su cocina.

    Otra cosa: el libro ya no vale. Hay obreros y aparentes izquierdistas conservadores en extremo y cerrados de mollera. Y vagos también. Y empresarios que no sólo van por las pelas sino por afan de superación, por el reto de la innovación. No se qué dicen el primero de Mayo, pero también habrá que escucharles y juzgarles por sus obras, no por prejuicios trasnochados. Como a todos. Grcias de nuevo por el comentario crítico que genera debate. Ya tocaba.

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